¿Cómo surgió la vida? ¿Cuál es su sentido? Estas interrogantes han sido objeto de estudio no solo para la filosofía, sino también para otras disciplinas científicas que han creado distintas teorías para intentar resolverlas. Los seres humanos tenemos un insaciable anhelo de conocimiento, siempre indagamos en lo que acontece a nuestro alrededor con la finalidad de expandir nuestros saberes.
El saber filosófico
El saber filosófico conduce a la adquisición del conocimiento, pues se obtiene a través de varios métodos cuya finalidad es alcanzar la sabiduría; dichos métodos consisten en observación, análisis y reflexión.
Desde la Antigüedad, el ser y el sentido de la vida han sido parte del saber filosófico, ya que siempre han existido planteamientos sobre cómo surgió la vida y cuál es su sentido. Estas cuestiones guardan una íntima relación con los orígenes de esta disciplina; de hecho, son las inquietudes que engendraron el pensamiento filosófico, así que puede aseverarse que ambas surgieron a la par.
Antes de la filosofía, las preguntas más inquietantes de la vida solo encontraban una explicación mágico-religiosa; sin embargo, en algún momento esas respuestas dejaron de ser satisfactorias y, así, dio comienzo una nueva forma de pensar. Estas interrogantes se convirtieron en problemas filosóficos que trascendieron a los estudiosos antiguos, han estado vigentes en el transcurso de los siglos y su investigación genera hoy en día múltiples especulaciones.
Aunque el sentido de la vida ha inquietado a muchas personas a lo largo de la historia, los filósofos se encargan de explicar racionalmente el porqué de los sucesos; al ofrecer respuestas y certezas, la filosofía desemboca en un estilo de vida. El filósofo Platón, en su obra La República, desarrolla una teoría del bien, donde asevera que este le da sentido a la vida, pues actuar con bondad y justicia le otorga utilidad y valor a la existencia. Por su parte, Aristóteles (pupilo de Platón) definió la virtud y estipuló que el bien supremo se traduce como felicidad, bienestar y excelencia.
En otras palabras, la filosofía concibe el sentido de la vida como un sistema de objetivos que cada sujeto debe cumplir de manera independiente, a fin de justificar su existencia. Desde esta perspectiva, nadie puede tomar decisiones por otra persona y cada uno debe ser capaz de interrogarse sobre su propia existencia, así como de valorarla; para estos últimos fines, se cuenta con varias alternativas, como las propuestas morales, religiosas y políticas.
A través de los siglos, muchas personas han tratado de explicar este fenómeno, es decir, de encontrar respuestas que satisfagan su sed de conocimiento o que congenien con sus creencias. Este es el caso del filósofo y economista alemán Carlos Marx, quien aseguró que el sentido de la vida se encuentra en la lucha por redimir al hombre de cualquier forma de esclavitud o explotación, así como en el anhelo de superación, ya que ambas acciones ayudan a construir una mejor sociedad.
Ramas de la filosofía
Las disciplinas filosóficas son las siguientes:
La mayoría de estas ramas de estudio se consolidaron en los programas académicos de las universidades durante el siglo XIX, por ejemplo, la metafísica, aunque sus bases se remontan a la antigua Grecia (Carrillo, 2018).
Características de la naturaleza humana, la noción del buen vivir y el cuidado de sí mismo
La naturaleza humana ha formado parte de los estudios filosóficos desde antaño. Aristóteles aseguraba que esta radicaba en algunos atributos únicos de la especie humana; para los estoicos griegos, por su parte, suponía la esencia del sentido de la vida. En la antigua China, Confucio creía que era innata a las personas de su tiempo. En el siglo XVII, el filósofo inglés Thomas Hobbes postuló que la naturaleza humana se encuentra en el hombre solitario; para el francés Rousseau, mientras tanto, se define como una esencia que se puede moldear de acuerdo con la sociedad y el lenguaje que desarrolla el sujeto.
Aunque la naturaleza humana puede entenderse desde puntos de vista muy diversos, todos los seres humanos compartimos un mismo afán: encontrar respuestas a lo que desconocemos; en este sentido, tal vez la mayor incógnita que existe es la de nuestro propio origen. Para examinar este misterio, la filosofía desarrolló una rama conocida como metafísica, encargada de aprender más sobre la procedencia del ser humano, de cuestionarse sobre su necesidad de socializar, de analizar su capacidad para razonar, así como de describir cómo sobrevive, cuida de sí mismo y procura su bienestar. La filosofía también cuenta con una vertiente terapéutica, la cual se basa en el diálogo como una forma de salvaguardar la parte divina que la humanidad guarda en su interior.
En términos lógico-filosóficos, la palabra sentido se define como el valor que tiene la vida para cada persona. Todos los seres humanos son libres de darle el sentido que quieran a su existencia, ya sea convertirla en una comedia o en una tragedia; cada individuo puede optar, entonces, por la armonía y el equilibrio (filosóficamente descrito como el buen vivir), por un alma sana que satisface sus necesidades y en donde domina la virtud.
A lo largo de la historia, el sentido de la vida ha sido un tema recurrente en múltiples investigaciones; por consiguiente, se han postulado diversas teorías al respecto, aunque la mayoría coincide en que la respuesta a este cuestionamiento le corresponde a cada persona. Cuando un individuo establece metas y objetivos a cumplir para darle un sentido a su existencia, sólo de él dependerán las acciones y decisiones que tome para alcanzarlos.
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