Contexto
La resiliencia es una de las características fundamentales de las personas para superar la adversidad y crecer a través de ella. Se puede definir como la "capacidad de perseverar y adaptarse cuando las cosas salen mal” (Reivich y Shatté, 2002).
La resiliencia es una habilidad que tiene un gran componente emocional y otro cognitivo. La experiencia ante la adversidad es muy subjetiva, es decir, depende de la percepción de cada persona. Por ejemplo, un evento como perder el trabajo puede ser devastador para una persona o solo desafortunado para otra. La forma en que se piensa sobre el evento adverso es un factor decisivo para su afrontamiento (Reivich y Shatté, 2002).
En el ejemplo anterior, la primera persona puede pensar que nunca conseguirá otro trabajo o que no podrá mantener a su familia, por lo que seguramente experimentará altos niveles de tristeza, ansiedad y desesperación. En cambio, la segunda persona podría tomar este evento como una oportunidad de buscar un mejor trabajo, pensando que seguramente podrá encontrar otro. Esto resultaría en niveles bajos de ira y tristeza, e incluso, esta persona podría llegar a experimentar alguna emoción positiva como la esperanza.
En este tema repasarás algunas estrategias para cultivar la resiliencia, así como el método ABCDE, el cual tiene como propósito facilitar un pensamiento flexible que permita un mejor afrontamiento ante las adversidades que se presentan en el ámbito laboral.
Explicación
1. Resiliencia
Una persona puede encontrar recursos y aprovechar sus fortalezas para salir de la adversidad, esto dependiendo de la emoción que se genere de la experiencia. Si una persona siente altos niveles de ira o desesperación, lo más probable es que no concrete alguna acción encaminada a una solución, pues prestará más atención a su enfado y queja. En cambio, una persona que puede experimentar la esperanza en un momento así es más probable que empiece a realizar acciones que le ofrezcan soluciones (Seligman, 1991).
A continuación, puedes encontrar una serie de estrategias para cultivar la resiliencia.
2. Estrategias para cultivar la resiliencia
Reivich y Shatté (2002) plantean que la resiliencia es un concepto que depende del desarrollo de diferentes habilidades, como regulación emocional, empatía y autoeficacia. Sin embargo, proponen como factor fundamental el desarrollar un pensamiento optimista, es decir, una forma de pensar más positiva, confiada de las propias habilidades y de que el futuro puede ser mejor.
Existen diferentes estrategias que un líder puede tomar en cuenta para desarrollar habilidades resilientes a nivel individual y grupal.
A continuación, se detalla cada una de estas:
Existen dos maneras de entender el optimismo:
Explicación de un evento adverso |
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Pesimista |
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Optimista |
“Todo lo que sucede es mi culpa y de nadie más”. |
Interno o externo |
“Lo que sucede es culpa de otras personas o circunstancias”. |
“El problema durará eternamente, no tiene solución”. |
Estable o inestable |
“El problema pasará, no durará eternamente”. |
“El problema afecta únicamente un aspecto de mi vida”. |
Local o global |
“El problema me afecta en todas las áreas de mi vida”. |
Las personas optimistas suelen percibir los problemas como externos, inestables y globales. Saben que no todo es su culpa, dan valor a las circunstancias, entienden que, aunque no puedan solucionar el problema, este no durará eternamente y saben distinguir y separar un problema que afecta solo a un aspecto de su vida del resto. Por lo tanto, una estrategia para ser más optimistas es estar conscientes de cómo percibimos los problemas desde una visión externa, inestable y global (Reivich y Shatté, 2002).
Como se detalla a continuación, las personas optimistas piensan, actúan y experimentan emociones de manera diferente que los pesimistas, lo que los hace ser más resilientes:
Pensamiento |
Emoción |
Acción |
Tienen mayor capacidad de identificar problemas. |
Experimentan más emociones positivas. |
Están más orientados hacia el problema y encontrar soluciones. |
Pueden ver un problema como un reto y no como amenaza. |
Usan el humor como mecanismo de afrontamiento. |
Tienden a buscar más información. |
Identifican y aceptan qué cosas sí pueden controlar y cuáles no. |
Piden ayuda. |
Las trampas del pensamiento corresponden a sesgos que tienen las personas a la hora de interpretar una acción o un evento. Estos errores hacen percibir los problemas desde una perspectiva más complicada y con menos posibilidades de solución.
Algunos errores que se pueden nombrar son los siguientes:
Leer la mente: tendencia a asumir y creer que sabemos lo que otros piensan.
Por ejemplo: “seguro piensa que…”.
Reivich y Shatté (2002) sugieren combatir estos pensamientos en tiempo real, es decir, mientras suceden. Una estrategia recomendada por el Programa de resiliencia de la Universidad de Pennsylvania es usar pequeñas frases de inicio que ayuden a formar un pensamiento positivo y eliminen el pensamiento contraproducente (Seligman, 2012). Se sugieren las siguientes tres maneras:
El coeficiente de adversidad, concepto introducido por Stoltz (2000), se utiliza para medir y fortalecer la resiliencia humana, evalúa cómo los individuos responden ante los problemas o adversidades. Es un enfoque que pretende ayudar a la persona a manejar la adversidad a través de la integración (no adición) de conocimientos y habilidades.
El coeficiente de adversidad se mide a través de los siguientes cuatro elementos clave:
En las organizaciones, se ha encontrado que las intervenciones basadas en el desarrollo del coeficiente de adversidad tienen un impacto positivo sobre el rendimiento, satisfacción laboral y prácticas de liderazgo (Sachdev, 2009).
Albert Ellis, Reivich y Shatté (2002) sugieren el método ABCDE (Activación, Creencia, Consecuencia, Disputa, Energía) para generar un pensamiento más resiliente. Este modelo ayuda a detectar situaciones recurrentes en las cuales las personas son menos resilientes y las creencias detrás de estas situaciones.
El modelo se compone de lo siguiente:
Creencia |
Consecuencia |
Violación de mis derechos |
Enojo |
Pérdida de mi sentido de valor personal |
Tristeza |
Violación de los derechos de otros |
Culpa |
Peligro en el futuro inmediato |
Ansiedad |
Compararme con otros |
Vergüenza |
Contribuir positivamente |
Orgullo |
Apreciar algo recibido |
Gratitud |
Visión optimista del futuro |
Esperanza |
Cierre
Desarrollar la resiliencia en el contexto organizacional genera beneficios importantes, por ejemplo, una mayor satisfacción, compromiso y felicidad hacia el trabajo (Youssef y Luthans, 2007), así como un mejor desempeño individual y colectivo (Luthans, Avolio, Walumbwa y Li, 2005; Meneghel, Martínez y Salanova, 2016).
En la organización, el líder juega un papel fundamental para desarrollar la resiliencia de los colaboradores, así como otros recursos relevantes del capital psicológico, tales como la esperanza, el optimismo, la autoeficacia, que, en su conjunto, ayudan a incrementar el rendimiento de los colaboradores y a definir el camino hacia la mejora organizacional (Salanova, 2009; Salanova, Llorens, Cifre y Martínez, 2012; Meneghel, Salanova, y Martínez, 2013).
Bibliografía