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A pesar de que en el ámbito organizacional lo único constante es el cambio, las personas nos empeñamos en resistirnos al cambio.

¿Por qué sucede esto?

A diferencia de otras revoluciones importantes que ha experimentado el colaborador dentro de las organizaciones, en esta era digital los cambios suceden con mayor velocidad y el impacto es más fuerte. Es decir, que los cambios afectan no solamente el ámbito profesional, sino también el personal y el social.

Los avances tecnológicos han provocado la inmediatez, la ubicuidad y la innovación constantes. Estos cambios tienen un impacto importante en las emociones de las personas debido a que son ellas quienes implementan los cambios en las organizaciones.

El volver a empezar una y otra vez un nuevo proceso operativo o productivos genera en los colaboradores una curva de aprendizaje para adaptarse a nuevas estructuras, a las estrategias en atracción, fidelización y retención del talento, en implementación de metodologías ágiles y digitalización de los procesos.

Cualquiera que sea el cambio por implementar, ya sea de crecimiento, de transición o transformación tendrá un impacto en los colaboradores y demandará de ellos su compromiso y adaptación para conservar el posicionamiento de la empresa en el mercado y seguir siendo competitivos.

A final de cuentas, la implementación de los cambios en los procesos organizativos es una transacción ganar-ganar en la que ambas partes deben participar.