Desde hace milenios, el patrimonio culinario de cada país de la región se ha enriquecido con las aportaciones de los viajeros, pero también con las de los sucesivos invasores. Así, la mayor parte de los nombres de los platos árabes son originarios de Persia. Del mismo modo, la destilación de los pétalos de rosa, especialidad refinada de los persas, se ha difundido, y el agua de rosas aromatiza numerosos postres, así como el agua de azahar (Larousse Cocina, s.f.).

La gastronomía del Medio Oriente se caracteriza sobre todo por las innumerables especias y hierbas aromáticas que se utilizan en los platillos, como, por ejemplo, las semillas de ajonjolí, que se usan en tostadas o reducidas a puré. Asimismo, esta gastronomía se caracteriza por la unión de dulce y salado, como, por ejemplo, el yogur, que es un elemento esencial en las preparaciones saladas. Por otra parte, los frutos secos están presentes muy a menudo, como en la salsa tarator (piñones, pan y ajo), que acompaña generalmente al pescado.

La comida se organiza casi siempre en torno a un plato único, sopa o guiso: sopa de lentejas, de espinacas o de aguacate, preparadas la víspera para que los sabores se mezclen y se realcen.