La ingeniería de software evolucionó significativamente durante la década pasada gracias a la creación de nuevas tecnologías y a la incursión de los dispositivos inteligentes táctiles en el mercado, aunado a la adopción de nuevas arquitecturas y modelos, como es el caso de las metodologías Agile o DevOps.
Esta evolución provocó que las etapas tradicionales de un proyecto de desarrollo de software se aceleraran exponencialmente y, por ende, las pruebas también se han vuelto más demandantes, ya que, ante este cambio, es un requisito asegurar que la funcionalidad y la experiencia del usuario estén garantizadas.
Por ello, se han generado técnicas de descarga de recursos para llevar a cabo el proceso de pruebas. Una de ellas es la automatización de estas, que se define como el uso de herramientas, ya sea basadas en lenguaje de programación, o bien, grabación de acciones que generan una lista de instrucciones con un caso de prueba en particular que puede repetirse de manera iterativa y reutilizarse.
Mediante el uso de estas herramientas de automatización de pruebas, los probadores de software pueden crear y mantener más fácilmente los scripts.
Esto permite a los desarrolladores escribir código sin errores, lo que conduce a un mejor diseño del software y, en última instancia, a un producto más eficiente y de mayor rendimiento.