Para empezar este tema hay que recordar la idea principal del marketing: no se venden productos, sino experiencias. Es decir, el consumidor, a la hora de decidirse por un producto, no lo hará por las ventajas inherentes al mismo (precio y calidad), sino por todo aquello que puede disfrutar gracias al producto (felicidad, identidad, pertenencia, orgullo, adrenalina). Esto es lo que debe ofrecerse, pero para hacerlo, es necesario resumirlo en una idea concreta, simple pero también poderosa y que sea fácil de comunicar. Esto último es lo que define a la marca, por lo que, en otras palabras, no se venden productos, sino marcas.
Ya se ha definido cómo construir la marca, pero es importante que todo lo que sirvió para elaborarla se tome en cuenta a la hora de planificar la estrategia de comunicación de la misma. Es cierto que el empleado (diseñador, creativo, publicista) ya debería estar plenamente familiarizado e identificado con lo que la marca representa, pero es importante que los estatutos, valores, mundos de inspiración, etc., estén al alcance de quien va a diseñar el plan de comunicación. Estar escritos y a la vista es una buena decisión.
Para empezar a hacer una planificación adecuada de la estrategia de comunicación de marca, primero hay que…
“…definir los valores de la marca, o entender cuáles son, cuál es su mensaje clave, su discurso, cuál es el terreno en el que se mueve y, desde ahí, partir con mensajes muy claros y específicos. Hay una tendencia en las redes sociales de empezar a meterse en esa conversación universal que están haciendo las personas dentro de las redes sociales: empezar a postear cosas en todos lados de fútbol o del Día de las madres (o del tema del momento). Está bien abordar los temas desde una perspectiva estacional, pero más importante es abordarlos desde la perspectiva de la marca, con discreción, talento y mucho cuidado para no exagerar o sobredimensionar el impacto. Los consumidores, normalmente, no quieren hablar con nosotros (la marca o empresa), quieren hablar entre ellos y solamente utilizarnos de manera que seamos relevantes.” (Herrero, 2015).
Retomando lo anterior, está claro que si se tiene una gran idea para hacer promoción, o un gran espacio para publicitar, pero no están acordes con la identidad de la marca, entonces no se deberá siquiera pensar en utilizar dichos medios de promoción o divulgación.
Hay un ejemplo muy apropiado para esto. Es un caso ficticio, porque ocurrió en un capítulo de la serie animada Los Simpson, pero ayudaría a entender la relación que se quiere recalcar entre identidad de la marca, mensaje y medio. Homero Simpson, personaje humorístico, prejuicioso, poco brillante, disfuncional en sus relaciones públicas a pesar de tener esposa y tres hijos, debía elegir el show de medio tiempo de un Super Bowl, pero no sabía qué hacer. Ned Flanders, hombre viudo con dos hijos, cristiano, arquetipo del buen vecino, quería dar un mensaje sobre el diluvio universal, la historia de Noé que se relata en la Biblia, pero nadie quería escucharlo. Ambos deciden que el mensaje de Flanders se represente en el Super Bowl, creando polémica, molestia y hasta ira entre los aficionados.
El ejemplo anterior es ficticio, pero si se hiciera el ejercicio mental de imaginarlo como algo real, las reacciones que se esperarían seguramente serían las mismas, tanto de ateos como de creyentes. Un religioso, por ejemplo, podría decir que un mensaje bíblico, que invita a la reflexión y a la conversión, no debería ser representado en un evento donde la gente va a tomar alcohol, quizá a excederse, a pelearse, y a vivir una devoción que podría alejarlo de la devoción a Dios. Un ateo, o incluso un creyente, podrían argumentar que nadie paga para ver el juego más esperado de la NFL, con un medio tiempo que históricamente se caracteriza por ser un espectáculo legendario, para acabar en una clase de catecismo. Con todo esto, se aprecia que debe haber sincronía entre identidad de la marca, el mensaje que se va a promocionar o vender y el medio para transmitirlo.

Ahora se usará un ejemplo de la vida real. En México, Televisa Deportes, TV Azteca o los ayuntamientos, empiezan a hacer publicidad sobre las Copas del Mundo, Olimpiadas u otros eventos, meses o incluso años atrás de que la competencia empiece. Pero, al principio, los anuncios son escasos, cortos, esporádicos.
Por ejemplo, para los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, se usó un video publicado en 2010 donde se observa a varias personas hacer sus tareas de la vida diaria, y aparecía una palabra o frase, que nadie leía (no había voz que la recalcara), sobre deportes olímpicos que se parecían a lo que la gente estaba haciendo en el video, como un hombre levantando maletas en un aeropuerto, mientras aparecía la frase “Levantamiento de pesas”. Al final se cerraba el anuncio con la frase “Nos estamos preparando”, la cual tampoco era leída, al tiempo que una voz masculina, suave, recitaba: “Una oportunidad de oro para alcanzar la ciudad que queremos. Guadalajara 2011, la ciudad de los juegos”, y se concluía el anuncio sin mostrar publicidad oficial. Esta es una comunicación sutil, que iría aumentando en cantidad e intensidad conforme se acercara la fecha de la inauguración de los juegos. Todo esto permitía a los organizadores introducir la marca de los juegos en la mentalidad de la gente, pero de una manera que no fuera abrumadora.
Para cerrar, hay que enfatizar que la comunicación de marca implica precisamente a la marca, que es distinta al producto. No solo es el nombre del producto. Es un ente que vive en la mente de la gente, no precisamente en la realidad. Se establece, se cimienta en la mente de las personas, en un espacio o concepto, como Coca-Cola que está ligado a la felicidad.
9.1 Comunicación integral de la marca
Una vez establecidos los pasos o características necesarias para crear una estrategia de comunicación de marca, hay que dejar claro otro concepto muy importante, antes de entrar de lleno a la elaboración de las estrategias de comunicación.
En el mundo del marketing existen varios medios de comunicación y de publicidad. Están los impresos, los visuales, los auditivos, los alternativos (internet y redes sociales), los presenciales (cara a cara). Esta clasificación obedece solo al canal de difusión, pero no son categorías concretas. Lo cierto es que para que una marca logre promocionarse debidamente, no basta con que su filosofía e identidad estén establecidas, sino que en cada estrategia a utilizar, todo lo que englobe la marca esté contemplado. Mantener un tono, filosofía, estilo o, en una palabra, esencia de la marca en los diferentes medios y herramientas de comunicación, así como en distintos grupos de personas, es uno de los aspectos de lo que se conoce como comunicación integral de marketing (CIM).