Para poder comprender lo que es la autoestima, se requiere previamente de conocer el modelo de motivación conocido como Jerarquía de las necesidades, de Abraham Maslow, quien utilizó una estructura piramidal para organizar jerárquicamente las diferentes necesidades del ser humano, en la cual los distintos motivos van surgiendo de acuerdo a una secuencia que va del nivel inferior al superior, es decir, solo en el momento en el que se van satisfaciendo las necesidades de un orden menor puede manifestarse el nivel siguiente. Estas necesidades inician en las fisiológicas (necesarias para la supervivencia), después están las de seguridad, pertenencia, autoestima y autorrealización. Maslow denominó metanecesidades o necesidades del ser a estos últimos dos grupos de la cúspide (Walsh & Vaughan, 2008).
Es importante mencionar que el hecho de haber alcanzado cierto nivel no garantiza su permanencia, es decir, si por algún factor se ve amenazada una necesidad, el hombre revertirá a un nivel inferior. Por ejemplo, una persona puede tener un alto sentido de pertenencia a la empresa en donde colabora, lo cual la ubicaría en el tercer nivel, sin embargo, si llegara a haber un recorte de personal, las necesidades de seguridad y fisiológicas podrían verse afectadas, puesto que ya no tendría el ingreso suficiente para poder solventarlas, entonces abandonaría el nivel de pertenencia para colocarse en el extremo inferior, en las necesidades fisiológicas.
Como se mencionó anteriormente, la autoestima es una necesidad del ser. De acuerdo con Valencia (2007), Maslow se refería a la autoestima como la necesidad de respeto y confianza que tiene cada individuo en sí mismo. La autoestima se va construyendo a medida que las personas van alcanzando diferentes metas, del éxito que se va cosechando a lo largo de la vida, del cúmulo de experiencias positivas y negativas que se tienen, de las emociones, pensamientos, sentimientos y actitudes, de tal forma que cada uno va realizando una evaluación general sobre sí mismo.
Por su parte, Martínez (2010) señala que la autoestima tiene una influencia importante en el estado de ánimo que experimenta la persona, así como en el nivel de compromiso con sus diferentes responsabilidades y en la iniciativa que demuestra.
Lefrancois (2005) plantea dos propuestas teóricas a partir de las cuales se puede concebir la acepción de autoestima:
Una persona con alta autoestima posee más autonomía, es más resistente a la crítica y es más resiliente ante la adversidad. Además, se reconoce como alguien importante, manifestando una mayor creatividad, independencia y responsabilidad. De acuerdo con Martínez (2010), la configuración de la autoestima se hace a través de los siguientes componentes que deben ser convergentes:
Según la Máster Biblioteca Práctica de Comunicación (2002), existen diferentes factores que coadyuvan al desarrollo de la autoestima, tanto positiva como negativa. Entre ellos: