En el nivel más simple, una visión compartida es la respuesta a la pregunta, ¿qué deseamos crear? Así como las visiones personales son imágenes que la gente lleva en la cabeza y el corazón, las visiones compartidas son imágenes que lleva la gente de una organización. Crean una sensación de vínculo común que impregna la organización y da congruencia a las actividades en el día a día.
Una visión verdaderamente es compartida cuando tú y yo tenemos una imagen similar y nos interesa que sea mutua y no sólo que la tenga uno de nosotros. Cuando la gente comparte una visión está conectada, vinculada por una aspiración común. Las visiones personales extraen su vigor del profundo interés de un individuo en la visión. Las visiones compartidas derivan sus fuerzas de un interés común. Hemos llegado a la conclusión de que una de las razones por las cuales la gente procura construir visiones compartidas es el deseo de estar conectados en una tarea importante. La visión compartida es vital para la organización inteligente porque brinda concentración y energía para el aprendizaje.
Aunque el aprendizaje adaptativo es posible sin una visión, el aprendizaje genérico acontece sólo cuando la gente se afana en lograr algo que le concierne profundamente. La idea del aprendizaje generativo —expandir la capacidad para crear— resulta abstracta y superficial a menos que la gente se entusiasme con una visión que quiere alcanzar de veras.
De acuerdo a Senge (2001), en la actualidad, "visión" es un concepto familiar en el liderazgo. Pero un examen atento revela que la mayoría de las "visiones" son de una persona (o un grupo) y se imponen sobre una organización. Esas visiones a lo sumo exigen acatamiento, no compromiso. Una visión compartida despierta el compromiso de mucha gente, porque ella refleja la visión personal de esas personas.
La visión compartida crea una identidad común, cuando esta visión es alcanzable motiva y entusiasma. Es una fuerza en el corazón de la gente, de impresionante poder.
Es la respuesta a, ¿qué deseamos crear?
La visión compartida implica un compromiso común para lograr alcanzar el futuro deseado y un sentido común del propósito organizativo. Proporciona el impulso necesario para aprender en el seno de la organización. La visión compartida ha sido sistemáticamente señalada como una condición necesaria, aunque no suficiente, para el desarrollo de una organización que pueda aprender, adaptarse y responder eficazmente a un ambiente cambiante y competitivo.
No estimular una visión compartida impide implantar un laboratorio de aprendizaje (Leonard-Barton, 1992), y es uno de los principales obstáculos que bloquean la gestión del conocimiento y el aprendizaje organizativo (Fahey y Prusak, 1998).
Sin embargo, imponer en vez de compartir la visión no permitiría generar aprendizaje organizativo, sino apatía, complacencia e incluso resentimiento (Maani y Benton, 1999; Senge, 1994). Igualmente, si se genera una visión compartida negativa, la organización pierde energía y no se logra un verdadero aprendizaje organizativo.