Cuando hablamos se manifiestan dos actos lingüísticos diferentes:
Regularmente las afirmaciones se denominan también descripciones. No obstante, cuando una persona describe un objeto, lo hace a través del tipo de observador que es, lo cual no significa que las cosas así sean. Cuando se tiene una estructura biológica similar es posible compartir con otros lo que se observa, pero aun cuando varios compartan las mismas observaciones, no significa que se describa la realidad tal cual es. “La única descripción que hacemos es la de nuestra observación, no la descripción de la realidad” (Escuela Internacional de Coaching, s.f.). Esta capacidad común de observación entre varias personas permite hacer una distinción entre afirmaciones verdaderas y falsas, que solo tendrán sentido para un contexto social e histórico particular, como una convención socialmente aceptada, pero que no expresa necesariamente la verdad.
La afirmación verdadera es “una proposición para la cual podemos proporcionar un testigo” (Escuela Internacional de Coaching, s.f.), que está representado por algún miembro de la comunidad que está ubicado en ese momento y que, por lo tanto, puede coincidir con la misma observación. En contraposición, una afirmación falsa es aquella premisa que pudiera refutarse por cualquier testigo que hubiera estado presente. Y puede suceder también el caso de que a veces no se pueda confirmar una determinada afirmación, de tal forma que no pueda ser clasificada como verdadera o falsa. Por ejemplo, cuando se trata de afirmaciones acerca del futuro o de algo que sucedió en tiempos remotos, quedará como indecisa.
Cuando una persona ejecuta un acto lingüístico adquiere un compromiso: una responsabilidad social para actuar en consecuencia. Cuando se hace una afirmación se habla sobre los hechos, es decir, sobre el mundo ya existente.
A diferencia de las observaciones, en una declaración no se habla sobre el mundo, sino que se genera un nuevo mundo, a partir del cual se crea una realidad diferente. Dicho de otra forma, el mundo ha sido transmutado por el poder de la palabra. Para poder clarificar la distinción entre una afirmación y una declaración se expondrá el siguiente ejemplo:
Joaquín es una persona que colabora en el área de Operaciones de un banco, se encarga de la gestión de las pólizas de seguros de casa-habitación. Su jefe detectó que estaba desviando recursos de las primas de los seguros hacia sus cuentas personales, lo cual pudo ser confirmado por uno de los clientes que presentó una ficha de depósito bancario a nombre de Joaquín. Esto es una afirmación que se tornó verdadera en el momento en el que pudo ser corroborada por el cliente. A partir de que se constató este hecho, su jefe lo mandó llamar y le dijo: “Queda usted despedido”. Esta es una declaración, y a partir de esta, la realidad para Joaquín será diferente, su mundo cambió, pues ahora se ha quedado sin empleo y seguramente tendrá que inclusive afrontar cargos y resarcir el daño para la empresa.
Es importante destacar que las declaraciones no solo se realizan en el ámbito empresarial, sino que se presentan en todo momento, en diferentes dimensiones de la vida. Por ejemplo, cuando un juez dice: “¡Culpable!”; cuando el profesor dice: “Reprobado”; cuando un policía dice: “Oríllese”, etc. Por ende, hay que tener mucho cuidado del tipo de declaraciones que se hacen, porque esta acción genera una nueva realidad, pues “la palabra transforma al mundo”, lo cual pone de manifiesto la “capacidad generativa del lenguaje” (Escuela Internacional de Coaching, s.f.).
Las declaraciones están vinculadas con el poder, pues solo se manifestará una realidad diferente si podemos ejercerlas, ya sea por la fuerza o porque tenemos un rol de autoridad. Esto implica que, si alguien no tiene autoridad y hace una declaración, no lo tomaríamos en serio. Las declaraciones son válidas o inválidas dependiendo del poder que tiene las persona que las hace.
En las declaraciones también se establece un compromiso como en las afirmaciones, pero es distinto en el sentido de que cuando se declara algo, la persona se obliga a comportarse en forma congruente con lo que se ha establecido. Además, la validez de una declaración radica en que alguien le confirió esa autoridad a la persona, conforme a las normas establecidas. Para el ejemplo de Joaquín, el jefe no podría decir un día después que realmente no quiso decir eso. Su credibilidad sería cuestionada, puesto que su declaración era válida al tener el nivel de autoridad necesario para emitirla.
Dentro de las declaraciones existen otros actos lingüísticos: las promesas, las peticiones y las ofertas.