Contexto
En el contexto del nuevo proceso de juicios orales que se está implementando en nuestro país, la importancia de la comunicación adquiere otra dimensión, pues ya no basta con tener una buena redacción para manifestar y comunicar de manera clara los fundamentos, contexto y argumentos del litigante en un juicio. Ahora hay que expresarlos de manera oral, por lo cual las competencias de los abogados se extienden a otros campos de la comunicación, como la elocuencia y la oratoria.
El desempeño profesional exitoso de un abogado exige que tenga habilidades extraordinarias para comunicarse con las autoridades, sus clientes y sus colegas. Dicho esto, cuando la comunicación no es adecuada, se pueden llegar a presentar situaciones negativas que afectan el logro de los objetivos de un abogado.
Haz clic en cada apartado para conocer su información
Veamos el caso de Jacinta, una indígena otomí que se dedica a la venta de mercancías pirata en un tianguis. Cierto día se presentan en el tianguis unos agentes de la PGR investigando el tráfico de productos piratas y deciden confiscar la mercancía de varios comerciantes, quienes se niegan a entregarla y, apoyados por gente del pueblo, cercan a los agentes impidiéndoles que se lleven sus mercancías.
Más tarde llegan refuerzos policiacos a dispersar a los comerciantes y detienen a Jacinta junto con otras personas, acusándolas de retención forzada y secuestro. Se le toma declaración a Jacinta, quien no puede argumentar a su favor por no hablar español correctamente y no entender de qué se le está acusando, y además le es asignado un defensor que no entiende su dialecto. Finalmente, es declarada culpable de secuestro y sentenciada a una larga condena en prisión.
Una tragedia donde tuvo mucho que ver la mala comunicación. Cuando se presentan este tipo de barreras en un juicio, ¿puede ser considerado que se apegó al debido proceso?, ¿qué habilidades de comunicación debe tener un abogado para desempeñar su papel cabalmente? El caso de Jacinta es uno de tantos que demuestran lo mucho que importa la correcta comunicación en el desarrollo debido de un juicio.
Explicación
1.1 Generalidades
El lenguaje es una de las características que diferencian al ser humano del resto de los seres vivos. Por medio del lenguaje, los seres humanos comunicamos el conocimiento, ideas, sentimientos y demás experiencias con el resto de nuestros pares en una sociedad. Por su parte, el Derecho tiene como fin la justicia, la seguridad jurídica y el bien común, nada de lo cual puede ser realizado sin una interacción efectiva entre los seres humanos, pues requerimos de la comunicación para relacionarnos en un entorno social.
En este sentido, hablar de comunicación es hablar de las relaciones entre personas que comparten significados en torno a algo desde distintos lenguajes, lugares y características. Para compartir esos significados, las personas parten de la existencia de códigos comunes que permiten establecer comunicación con otros.
La comunicación es el intercambio de información entre un hablante y un oyente que utilizan el mismo código (lengua), entablando un proceso que tiene un inicio y un final dentro de un contexto social específico. Este proceso es dinámico y cuenta con los siguientes elementos:
De esta manera, se considera que la comunicación humana consiste en transmitir información a través del lenguaje en todas sus formas: a viva voz, por escrito o gesticulaciones (lenguaje no-verbal).
El lenguaje contribuye al florecimiento social de la persona y su integración en la comunidad. Todas las sociedades necesitan de un lenguaje para poder sostenerse, y para conseguir el progreso intelectual, porque la ciencia y el estudio de las humanidades requieren de su propio lenguaje específico.
Qué decimos y cómo lo decimos son aspectos fundamentales. Es así que, en cualquier proceso de comunicación, el ingrediente principal es el lenguaje, una realidad con la que el abogado litigante debe estar muy familiarizado.
Si se quiere ser un buen abogado litigante, como nos señala Francis Bailey (2012), el lenguaje debe ser su fuerte. Para obtenerlo, debe aprender a leer y hablar en un lenguaje apropiado, sencillamente. La realidad muestra que todas sus aptitudes se manifiestan a través del uso efectivo de la palabra escrita o hablada, y de su capacidad para entender de una sola pasada lo que otros han escrito.
El abogado que tiene el pleno dominio del lenguaje aventaja siempre a cualquier oponente menos talentoso, ya que su principal herramienta es el idioma de la persuasión: la habilidad de convencer a través de argumentos o razones.
La forma de comunicarse del abogado litigante —ya sea con su cliente, con sus pares, con los jueces o con cualquier otra entidad alrededor de un juicio— es clave para comercializar su trabajo y para su desarrollo exitoso en el proceso mismo del litigio. Para el abogado litigante, ser un gran comunicador significa tener la capacidad de adecuar un mensaje específico a la audiencia particular a la cual se está dirigiendo.
Al momento de dirigirse a su cliente, un abogado debe siempre hablar con un lenguaje claro y entendible, y evitar expresarse con un lenguaje puramente jurídico, explicando bien al cliente los términos legales relevantes, para que con ello se tenga una mejor interacción y mayor concordancia sobre cómo abordar la problemática por la cual se han solicitado sus servicios. Al hablar con el cliente en términos sencillos, el abogado podrá sembrar la confianza que requiere para que el cliente deposite en él su caso concreto.
En el desarrollo del litigio, el abogado debe saber cómo comunicar al juez por qué éste debe de pronunciar una sentencia a su favor, y esto se dará a través de los argumentos jurídicos que exponga durante el proceso judicial (ya sea éste un proceso escrito u oral).
Nadie duda que la práctica del Derecho es argumentar y todos solemos convenir en que la cualidad que mejor define lo que se entiende por un buen jurista tal vez sea la capacidad de idear y manejar argumentos con habilidad
(Manuel Atienza, 2005)
1.2 La oralidad en los juicios
Como bien se sabe, hoy en día los juicios en México están migrando hacia la modalidad de la oralidad, y ello conlleva a que los abogados que intervienen en un juicio como litigantes (llámese conciliador, defensor, ministerio público…) deben saber a detalle cómo decidir, conceptuar, alegar, contravenir e impugnar.
Ello les exige tener habilidades comunicativas para debatir, argumentar, contradecir y dialogar. Es decir, deben contar con la capacidad para fundamentar u objetar tesis que convenzan a otros sobre la validez y aceptación de sus afirmaciones o negaciones.
Asimismo, es deseable que también posean habilidades de narración, oratoria, descripción, hermenéutica, de demostración o probatorias, y de contradicción, que les permitan hacer un buen trabajo en las audiencias.
Aunque las partes y etapas de los juicios orales no son parte de esta materia, cabe mencionar que todo juicio oral inicia con un alegato de apertura, que es la exposición inicial que hace cada una de las partes (acusatoria y defensa). Es aquí donde las habilidades de comunicación de un buen abogado se explayan, haciendo uso de la retórica y la oratoria realiza un planteamiento de sus motivos y argumentos para ganar una atención favorable de parte del juez. Muchas veces este alegato de apertura marca el rumbo que habrá de tomar el juicio en las etapas siguientes, pero esto sólo puede ser logrado por abogados suficientemente hábiles en las tareas de comunicación.
En cuanto a la comunicación oral en el juicio, la oratoria es una de las habilidades que más necesita aprender y desarrollar todo abogado litigante. La oratoria forense es el arte por medio del cual el abogado litigante comunica oralmente las disposiciones abstractas y generales del Derecho, en el sitio o foro en donde se va a juzgar el caso concreto.
Debe quedar claro que la oratoria forense es sólo una herramienta comunicativa más para el abogado litigante, y no es suficiente por sí sola para alcanzar el éxito en un litigio. Por supuesto, el discurso forense debe contener primordialmente argumentos jurídicos sólidos y consistentes al caso concreto, para así dar a los jueces los elementos necesarios para la impartición de la justicia.
1.3 La argumentación jurídica
Aparte de las técnicas comunicativas, no debemos dejar de lado la argumentación jurídica. Esta debe ser siempre un pilar en el desenvolvimiento del abogado litigante, el cual está obligado en su ejercicio cotidiano a ser un excelente argumentador desde el momento en que elabora sus demandas o pretensiones (por escrito o verbalmente).
En su libro El Sentido del Derecho, Manuel Atienza (2003) define a la argumentación jurídica como:
Una actividad consistente en una serie de razones a favor o en contra de una determinada tesis que se trata de sostener o refutar. El conocimiento de la ley y su interpretación, junto con la capacidad de comunicar ideas, hacen un conjunto poderoso cuando se sabe argumentar apropiadamente.
El autor enlista cinco previsiones para una buena argumentación:
María del Carmen Platas (2010), por su parte, considera como características elementales de la argumentación jurídica:
En adición a esto, Robert Alexy (1993) nos señala que la teoría general del discurso práctico tiene una serie de reglas que, junto con las formas de argumentos, da lugar a lo que denomina código de la razón práctica, cuyas reglas fundamentales para el discurso son las siguientes:
Comunicarse bien es una forma de facilitar el mutuo entendimiento, contribuyendo así a evitar el surgimiento de malos entendidos y la posibilidad de haya quejas o reclamaciones. Por el contrario, tener una mala comunicación puede resultar en que el abogado litigante pierda un cliente, e incluso en tener éxito al final de un juicio.
Para comunicar con eficacia hay que comprender que todos somos diferentes en cuanto a nuestro modo de percibir el mundo y utilizar esa compresión como guía con nuestra comunicación con los demás.
(Robbins, Anthony, 1986)
Cierre
Retomemos el caso de Jacinta que —además de rozar en el tema de la discriminación a los pueblos indígenas en México— es un claro ejemplo de cómo una mala comunicación puede afectar negativamente los procesos judiciales.
Del caso se puede deducir que, al no habérsele comunicado claramente los cargos y acusaciones en su contra (dado que Jacinta no domina el español), se propició una defensa ineficaz de su caso y, en consecuencia, ella terminó siendo sentenciada por delitos mucho más graves de los que cometió, como secuestro y privación ilegal de la libertad.
En este tema aprendiste que casos como éste ponen de manifiesto que una comunicación inadecuada puede tener consecuencias muy graves en los resultados de un juicio. Si te das cuenta, aquí hizo falta un abogado con las habilidades necesarias (interlocución, lenguaje no verbal) para comunicarse con su defendida, para que posteriormente pudiera presentar argumentos sólidos (oratoria, argumentación jurídica) que se hubieran reflejado en una sentencia más justa.
Checkpoint
Asegúrate de haber comprendido:
Referencias