Contexto


En 1956, durante la Guerra Fría, Gamal Abdel Nasser era elegido presidente de Egipto tras un golpe de Estado dirigido a la implementación de políticas cercanas al socialismo. Occidente reaccionó ante lo que veía como amenaza e inició la Guerra del Sinaí, que implicó militarmente al Reino Unido, Francia e Israel en contra Egipto. Nikita Khrushchev, en aquel entonces líder de la Unión Soviética, dio un discurso en la embajada de Polonia en Moscú, en el que denunciaba la intromisión de Occidente en Egipto, los peligros del capitalismo y las bondades del comunismo, para terminar con la contundente expresión “¡Los enterraremos!”

La frase hizo activar todas las alarmas: se pensaba que era el comienzo de la Tercera Guerra Mundial. Pero el mensaje fue inexacto, porque había ocurrido un error de traducción y otro comunicativo en relación a la forma de argumentar hacia occidente. El mensaje real era el siguiente: “Les guste o no, vamos a estar presentes en su entierro.”

En realidad, Khrushchev quiso expresar que el comunismo duraría más tiempo que el capitalismo, pero la falta de cuidado al no considerar bien al receptor de su mensaje puso a muchas naciones al borde de un serio conflicto internacional.

En este tema sobre los argumentos jurídicos comprenderás la forma correcta de estructurar tu argumentación para casos en litigio, pensando en que aquello que quieres que el juez comprenda y vea desde tu perspectiva sea recibido con claridad, evitando desde luego que el juzgador se sienta confundido, decepcionado o, como en el ejemplo mencionado, amenazado.

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Sólo para fines educativos.

Explicación

10.1 Por qué queremos argumentar

Se argumenta porque se hace necesario aclarar situaciones una vez que han sido planteadas. De manera sencilla, Paola de la Rosa (2012) explica que es necesario argumentar porque al confluir dos pretensiones sobre un mismo hecho controvertido, será un tercero quien tenga que decidir cuál de éstas resulta de mayor consistencia.

Por otra parte, Moreno Cruz (2012) agrega que la argumentación se vuelve necesaria al reflexionar sobre el hecho de que los textos normativos tienen una textura abierta que permite diferencias legítimas y por ende conflictos, producidos por las propias disposiciones jurídicas que pueden ser ambiguas, vagas, con lagunas, antinomias o incluso por lecturas ideológicas que pueden desprenderse de los mismos textos.

El concepto de textura abierta, de acuerdo con Hart (citado por Moreno Cruz), implica que en ocasiones el derecho deja espacios para ser desarrollados por los tribunales o funcionarios administrativos que aplicarán la norma dependiendo de las circunstancias del caso concreto. De tal manera estos espacios deberán colmarse de conformidad con las reglas y principios de la argumentación.

Al argumentar, dice De la Rosa (2012), “el abogado quiere que el juez vea lo que él ve, por lo que una vez formada su propia opinión de lo que ocurrió, el siguiente trabajo es aprender a defenderla.” Lo cual hará, desde luego, acudiendo a premisas normativas susceptibles de interpretación por su muy probable apertura, siempre buscando universalidad, consistencia y coherencia en sus planteamientos.

10.2 Conformación de los argumentos jurídicos

Los razonamientos que se emplean “para probar o demostrar una proposición, o bien para convencer a alguien de aquello que se afirma o se niega” (RAE, 2014) son los argumentos. Estos razonamientos, de entrada, pueden formularse ya sea deductiva o inductivamente.

El razonamiento deductivo va de lo general a lo particular, es decir, se sustenta en premisas generales para desembocar en una conclusión que si no cambia el sentido de aquellas, entonces se vuelve verdadero. Por ejemplo:

Por su parte, el razonamiento inductivo va de lo particular a lo general, es decir, se toman circunstancias específicas particulares para llegar a una o más conclusiones generales. Por ejemplo:

Independientemente de la estructura de razonamiento que uses para argumentar, en cualquier caso debes cuidar que las premisas sean válidas y contar con material probatorio para sustentarlas debidamente, pues “los argumentos exitosos son construidos con leyes y pruebas(De la Rosa, 2012).

Antes de construir tus argumentos, debes reunir información y datos sobre el problema (o problemas) de que se trate. Como buen abogado litigante, investigarás y observarás de cerca la situación en aras de presentar argumentos sólidos. En el caso mencionado arriba, tratarás de comprender cómo es que Graciela contactaba a sus “clientes” para engañarlos; qué les decía, cuándo los veía, qué documentos les presentaba o daba a firmar, dónde los contactaba o citaba, cómo recibía el dinero de los ahora defraudados y cuándo se verificaron las transferencias.

Desde luego recabarás evidencia de todo lo anterior: testimonios, cartas, contratos, fotos, videos, grabaciones de audio, dictámenes de peritos, etcétera; todo cuanto esté al alcance y sirva para dar consistencia al argumento central.

Una vez recabados los datos y medios probatorios, debes configurar una historia que jurídicamente resulte de relevancia. Para ello, De la Rosa nos recomienda que te formules las siguientes preguntas:
  • ¿Puedo presentar los hechos como jurídicamente relevantes?
  • ¿Qué estoy tratando de probar?
  • ¿Cuál es mi conclusión?

En este sentido, dar argumentos “significa ofrecer un conjunto de razones o de pruebas en apoyo de una conclusión” (De la Rosa, 2012). Es decir, se plantean razones que llevan a pensar que la explicación es correcta.

10.3 Creatividad y argumentación

En la Tópica de Cicerón se estableció que un argumento es “una razón que sirve para convencer de una cosa dudosa” (en Atienza, 2005) y las razones se hallan en el campo de la invención, en el arte de encontrarlas, de hallar argumentos.

Los abogados construyen argumentos y en ese afán deben usar su talento y creatividad para edificar correcta y originalmente algo nuevo. Su capacidad inventiva deberá llevarles a establecer una conjunción de hechos, derecho, pruebas y la relación lógica entre estos elementos.

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Tus argumentos deben seguir un orden lógico, estar bien organizados y resultar persuasivos. No basta con tener la razón; es preciso además plantear los argumentos de tal manera que lleves de la mano al tribunal en la exposición que hagas de éstos, para que resulte claro y asequible el fondo de tu argumentación.

Tu razonamiento puede plantearse desde las causas de una situación que desembocaron en los efectos indeseados o prohibidos por el derecho. Por ejemplo, las maquinaciones y engaños ejecutados durante dos meses a los supuestos clientes tuvieron como efecto la obtención del lucro indebido.

Como postulante puedes argumentar poco a poco, construyendo una conclusión en la mente del auditorio o tribunal en audiencia. Toma como ejemplo el mencionado fraude de los viajes no cumplidos:

¿Qué se sabe de las actividades de la acusada Graciela? Se sabe ahora que en los años noventa enfrentó dos acusaciones por fraude en los estados de Coahuila y Querétaro; que en la oficina de la pretendida agencia de viajes, ubicada en las calles de Matamoros y Galeana de la Ciudad de Monterrey, durante al menos dos meses estuvo recibiendo clientes y sus depósitos en dos cuentas de cheques; que les prometió un viaje de 7 días por el Mar Caribe en avión y en crucero. Que no tenía contacto ni enlace alguno con operadores de viajes, ni aéreos ni marítimos. Que a dos semanas del supuesto viaje, las oficinas de Matamoros cruz con Galeana estaban cerradas. Que no era posible localizar a la acusada por ningún medio. Que fue detenida por autoridades del estado de Tamaulipas cuando trataba de cruzar la frontera por un puente internacional en Nuevo Laredo. ¿Qué conclusión se puede obtener? Lógicamente que la acusada defraudó a sus supuestos clientes y trataba de huir.

Es buena idea darle rostros y condición humana a las partes en la construcción de tus argumentos: habla de sus pasatiempos, de sus estudios o de su familia. Refiérete a tu cliente por su nombre y no con frases frías como “mi defenso o “mi representado, pueses mucho mejor decir “Javier es alguien acusado injustamente por sólo querer hacer lo correcto”.

Como puedes apreciar, la construcción de argumentos puede articularse de muy diversas y creativas formas. Basta echar a volar tu imaginación, sin perder de vista los principios que ayudarán a que tu edificación sea sólida, atractiva y convincente.

10.4 Lenguaje para argumentar

El lenguaje es un instrumento de mediación entre el sujeto y la realidad, afirma Ribeiro Toral (2014). Para que esa mediación sea efectiva, es preciso que los signos a través de los cuales el lenguaje se codifica y descodifica sean entendibles por quienes interactúan. Es decir, el argumento jurídico puede estar perfectamente construido, pero si no se expresa de manera tal que sea entendido por todos entonces difícilmente podrá cumplir su propósito.

La tarea de articular un lenguaje entendible para la expresión formal de tu argumento jurídico es muy importante, considerando que las propias normas jurídicas de textura abierta presentan los problemas antes apuntados de vaguedad o ambigüedad en el lenguaje bajo el cual fueron creadas. Por ello, De la Rosa propone tres aspectos a tener en cuenta al momento de construir tus argumentos con relación al leguaje que decidas emplear:

Palabras concretas

  • Resultan más convincentes, pues estimulan el imaginario de la audiencia.
  • Es mucho mejor decir "la acusada engañó a sus clientes haciéndoles creer que viajarían, siendo que en realidad no existía la intención de proporcionar tales servicios, sino de obtener un lucro indebido", que emplear un lenguaje abstracto, como "la agente activo del delito, con sus argucias, obnubiló la capacidad de avizorar la artería inminente que pendería sobre sus pretendidos clientes, para inducirlos en el más insolente error."

Lenguaje coloquial

  • Es mejor el lenguaje convencional y sencillo, sin tantas florituras.
  • Con frecuencia los abogados acuden un lenguaje plagado de tecnicismos jurídicos y de algunos arcaísmos, como "es evidente que la acción plenaria de posesión quedaría sin materia al intentarse a la vez una pauliana" y otros arcaísmos jurídicos como temiere, considerare, obtuviere, etcétera.

Comunicación no verbal

  • En el contexto de los juicios orales penales, civiles, familiares y mercantiles que ya operan en diversas regiones del país, el uso de gestos, tono de voz, ademanes o contacto visual vienen a reforzar la contundencia de tu argumento.
  • Aunque resulta muy difícil establecer una regla general de proporción entre el lenguaje verbal y no verbal (Mehrabian, 1981), lo cierto es que las palabras por sí mismas parecen con frecuencia proporciones mínimas frente a aspectos como la voz (entonación, resonancia, etc.) o el lenguaje corporal.

En cualquier caso debes sentirte cómodo y natural con tu forma de expresarte ante un tribunal, pues de lo contrario te verás forzado, falso o poco original, lo que producirá el efecto contrario en cuanto a ganar la confianza y credibilidad de tu argumento y, por ende, del juzgador.

Cierre


En este tema has podido aprender que para que el tribunal vea lo que tú estás viendo respecto de un caso concreto, es preciso darte a la construcción de un buen argumento, lo que implica lo siguiente:

  • Una adecuada estructura lógica.
  • Un ejercicio de reflexión y creatividad que te permita salir de fórmulas gastadas.
  • El uso correcto del lenguaje que emplearás para expresar tus ideas.

La argumentación implica intensa preparación y ese es precisamente tu compromiso como postulante del derecho. Y tal como le pasó a Nikita Khrushchev, nunca pierdas de vista quién es realmente tu audiencia.

Checkpoint


Asegúrate de haber comprendido:

  • Cómo estructurar lógicamente tu argumentación y estrategia litigiosa.
  • Por qué es importante ser reflexivo y creativo para no caer en fórmulas gastadas e ineficaces.
  • Cómo hacer un uso correcto del lenguaje al momento de expresar tus ideas.

Referencias


  • Atienza, M. (2005). Las Razones del Derecho. Teorías de la argumentación jurídica. México: UNAM-IIJ Serie Doctrina Jurídica No. 134.
  • De la Rosa, P. (2012). Éxito en el Juicio Oral. ¿Cómo desarrollar las habilidades y estrategias para el buen desempeño en el tribunal? México: Porrúa
  • Mehrabian, A. (1981). Silent Messages. A Wealth of Information about Nonverbal Communication. Recuperado de http://www.kaaj.com/psych/smorder.html
  • Moreno Cruz, R. (2011). Argumentación Jurídica, por qué y para qué. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, 45, (133), 165-192. Recuperado de http://biblio.juridicas.unam.mx/revista/pdf/DerechoComparado/133/art/art6.pdf
  • Ribeiro Toral, G. (2006). Teoría de la Argumentación Jurídica. México: Plaza y Valdés.