Contexto


En el “Informe inicial de México sobre el cumplimiento de la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad” presentado a la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2011, se señala que en el Censo de Población y Vivienda 2010, se identificaron:

5, 739, 270 personas con dificultad física o mental para realizar actividades de la vida cotidiana, es decir 5.1% de la población total, de los cuales 48.9% son hombres y 51.1% son mujeres.

La mayor prevalencia es en personas adultas de 60 años y  más.

  Seguidos por adultos de 30 a 59 años.

  Luego los jóvenes entre 15 y 29 años.

  Y los niños de 0 a 14 años.

En este mismo informe se incluyen datos sobre su vulnerabilidad y la discriminación a la que muchos de ellos están expuestos.

Ante este panorama, ¿qué acciones y estrategias podría tomar la escuela para contribuir al bienestar social de algún sector de la población en estas condiciones físicas y psíquicas? ¿Cuáles serían los canales para acceder a ellos para diagnosticar sus necesidades y posteriormente intervenir para solventarlas?

Explicación


Ámbitos de la educación social

Analizar  el interior de la sociedad y observar las prácticas culturales que explican y dan sentido a la existencia del ser humano, así como del complejo entramado de necesidades sociales que le son inherentes es un tema crítico en nuestros días. Del mismo modo, comprender y analizar las múltiples interrelaciones y la mutua influencia existentes entre sociedad y la educación, demandan estudiar y proponer nuevas prácticas socioeducativas que respondan estratégicamente para restaurar e incrementar las oportunidades educativas de las personas y de los grupos sociales en la vida cotidiana.

A continuación se detallan los cuatro grandes ámbitos de actuación de la educación social: la educación de personas adultas, la educación no formal, la inserción de personas con discapacidad o con necesidades educativas especiales y la acción socioeducativa (Tiana, Somoza y Badanelli, 2014).

La educación de personas adultas en la actualidad es uno de los campos más dinámicos de la educación social, se produjo a partir de 1945, cuando aumentaron las necesidades formativas de la población, ya que por una parte aumentó la demanda de cualificación académica de los ciudadanos y por otra, los cambios en los sistemas de producción obligaron a las personas a adquirir una actualización profesional (Etcheverría, 2011).

La educación no formal se refiere a todas las actividades que quedan fuera del sistema educativo y que tienen una voluntad educadora (Cobo y Moravec, 2011). Hoy en día, la educación no formal constituye un ámbito fuerte  en donde entran la formación de los desocupados, la formación continua, la educación de personas mayores, o la capacitación para el uso de las nuevas tecnologías, todas tienen en común una considerable demanda social (Tiana et al., 2014).

El tercer ámbito corresponde a la inserción de las personas desadaptadas, ya sea con discapacidad o con necesidades educativas especiales, abarcando también a los niños y jóvenes en situaciones de riesgo con la idea de prevenir posibles riesgos a futuro. Se considera la educación social como una de las soluciones a estos problemas, sin embargo no puede ser lo único (Tiana et al., 2014).

La acción socioeducativa referida a todo conjunto de actuaciones en que la educación contribuye al logro de finalidades sociales mediante una actuación en el seno de los grupos o comunidades que componen la sociedad. Por este concepto, se entiende entonces que toda actividad educativa tiene la característica de ser social por naturaleza (Fryd y Abal, 2011).

Parcerisa (2007) añade la animación o dinamización sociocultural, la educación paraescolar o complementaria de la educación formal, la educación específica en el tiempo libre infanto-juvenil y la educación ambiental no escolar.

Sin embargo, los cambios sociales que se han presentado y que se seguirán presentando invitan a que surjan nuevos ámbitos de educación social, como la integración educativa de la infancia marginada, la prevención de drogo-dependencias y la asistencia socioeducativa (Tiana et al., 2014).

Del mismo modo, Melendro, González y Rodríguez (2013), dada la complejidad y la incertidumbre que involucran las intervenciones socioeducativas, enfatizan la importancia de una práctica en permanente acción-reflexión guiándose por estrategias –“procesos de intervención y toma de decisiones a corto y medio plazo -no son meras formulaciones de intenciones- que suponen actuaciones bien definidas, capaces de movilizar sistemas” (p. 108)-- más que por programas específicos con pretendidas soluciones estandarizadas que suelen resultar imprácticas ante las constantes variaciones de las condiciones externas. Además, es en lo participativo donde la colaboración de la comunidad y los educadores contribuye a la planificación de estrategias que transformen la realidad de la comunidad (Arango, 2006; Carr y Kemmis, 1986; Latorre, 2003; Musitu, Herrero, Cantera y Montenegro, 2004).

5.1 Animación sociocultural y desarrollo comunitario

La animación sociocultural se define basándose en dos conceptos (Sarrate, 2014):

El término se puede definir como un conjunto de técnicas sociales basadas en una pedagogía participativa de las personas, buscando el fin último del desarrollo de su comunidad.

El concepto de desarrollo comunitario o desarrollo de la comunidad ha ido perdiendo fuerza en los últimos años. Tiene como objetivo fomentar en la comunidad las relaciones cara a cara, la solidaridad, la participación y la organización colectiva. Se ha definido como una acción social con la finalidad de mejorar las condiciones de vida de la población, creando procesos que fomenten el progreso económico y social para la comunidad, teniendo ésta una participación activa en el cambio (Carvajal, 2011; Pérez, 2011). También se considera al desarrollo comunitario como el conjunto de procedimientos por los cuales los habitantes de un país unen esfuerzos con las fuerzas públicas para mejorar la situación del país en los diferentes ámbitos (Carvajal, 2011).

El desarrollo comunitario busca equilibrar los componentes del desarrollo humano de los pueblos para con ello mejorar la calidad de vida, potencializar la autosuficiencia local y aprovechar los bienes del entorno (Pérez, 2011).

5.2 Respuestas socioeducativas ante la dificultad social: personas en situación de riesgo, exclusión o inadaptación social

Las personas en situaciones en riesgo y que sufren de exclusión o inadaptación social son por lo general las personas que tienen alguna discapacidad tanto física como mental, personas con tendencia al suicidio, ancianos, niñas víctimas de abuso, delincuentes, familias monoparentales y personas marginadas. Sin embargo, la exclusión no es un estado, sino un proceso que se da ante un problema social. El problema social que mayormente se relaciona con este concepto es una falta de cohesión social sustentada en valores individualistas y división de roles sociales (Porro, 2012).

Las personas con discapacidad sufren de exclusión e inadaptación social, por lo que se plantea a la educación social como un mecanismo globalizador en la política social para las personas que sufren discriminación, para buscar el bienestar social de los ciudadanos. La sociedad actual tiende a tender un concepto individualista, considerando los problemas de las personas con discapacidad o en marginación como ajenos, cuando en realidad no es así. Los problemas que tiene un individuo por su discapacidad afectan tanto al individuo, como a su familia, a su entorno y a su comunidad (Luque, 2002).

La educación social se ejerce como una acción acerca de la inadaptación social, evitando los riesgos de exclusión que este tipo de personas viven. Por otro lado, también la educación social es un recurso de adaptación al medio y un proceso de socialización para adquirir competencias sociales y fomentar una correcta convivencia social (Luque, 2002; Tiana et al., 2014).

El educador social debe tener como objetivo trabajar con personas que sufran de inadaptación social, marginación, o cualquier tipo de exclusión social. Por lo general se enfocan en adolescentes y jóvenes, sin embargo estos problemas abarcan a población de todas las edades (Oña-Cots, 2010). 

5.3 Medios de educación informal

Se ha definido el concepto de educación informal como todos los procesos que, sin un explícito carácter y organización educativa, ejercen su influencia en la vida de las personas: familia, amigos, publicidad, televisión, personas que te encuentras, viajes, entre otros (Lamata y Domínguez, 2003). 

Por lo mismo, se considera que la educación informal constituye la primera forma de educación tanto en el desarrollo individual como histórico de la sociedad. La educación informal se da por medio de la práctica y por lo general se dirige a través de la conversación, extendiéndose hasta las experiencias, por lo tanto suele ser espontánea y suceder en cualquier contexto de la vida cotidiana (Cobo y Moravec, 2011).

Este es un tipo de educación en el que las personas aprenden, pero también enseñan a partir de sus experiencias cotidianas. Es un proceso en el cual los individuos adquieren actitudes, valores, habilidades y conocimientos a través de las experiencias diarias y las influencias del entorno por medio de familiares, vecinos, o bien del juego o  medios de comunicación o del trabajo (Cobo y Moravec, 2011; Lamata y Domínguez, 2003).

Existen dos tipos de aprendizaje informal (Cobo y Moravec, 2011):

Haz clic en cada pestaña para conocer más acerca de cada concepto.

Se refiere a toda educación que es adquirida por medio de la participación en asesorías, videos instruccionales entre otros.

Es el que ocurre en contextos como la interacción en redes sociales, navegar por internet y todo aprendizaje que ocurre en momentos de ocio.

Por otro lado, la acción del educador social en ambientes de riesgo, p. e. con niños y adolescentes de barrio que estén presentando problemáticas que apunten a la delincuencia, se caracteriza por mediar entre “el joven y su entorno, permitiéndole una inserción paulatina y crítica en su mundo sensibilizándole, además en los problemas de éste” (Quintana, 1994, p. 430), actuando de modo informal como agente de cambio social, ya sea solo o como miembro de equipos interdisciplinarios.


Cierre


Ahora que conoces los ámbitos de intervención del educador social y la importancia de  diseñar estrategias idóneas para cada grupo a beneficiar, si te constituyeras como agente de cambio, ¿A qué grupo vulnerable o en desventaja te gustaría dirigir tus esfuerzos? ¿Cómo lo harías?

Observa a tu alrededor, revisa las noticias, pregunta a quien ya trabaja en pro de una sociedad más igualitaria y digna. Próximamente se te pedirá realizar una propuesta de intervención en educación social. Prepárate para elaborarla cuando se te solicite, reflexionando en el inter, sobre lo que vayas descubriendo.

Revisa a continuación el Checkpoint:

Consolida las ideas básicas del tema.

  1. Ámbitos de la educación social
  2. Animación social y cultural
  3. Dificultad social: Personas en situación de riesgo, exclusión o inadaptación social

Asegúrate de comprender:

Antes de concluir el tema, asegúrate de responder las siguientes preguntas.


Revisa el glosario del curso aquí.


Referencias


  • Arango, C.  (2006). Psicología comunitaria de la convivencia. Colombia: Universidad del Valle.
  • Carvajal, A. (2011). Apuntes sobre desarrollo comunitario. España: B-EUMED.
  • Cobo, C. y Moravec, J. (2011). Aprendizaje invisible. Hacia una nueva ecología de la educación. España: Universidad de Barcelona.
  • De la Obra, S. (1999). Memorias de la exclusión. Pobreza, marginación socioeconómica y cultura. En G. Pérez (Coord.), Exclusión e integración social. Sevilla: Universidad.
  • Echeverría, J. (2011). Educación de adultos, subjetividad y transformaciones sociales: impacto social, humano y económico de la educación de personas adultas. España: Universidad Complutense de Madrid.
  • Fryd, S. y Abal, P. (2011). Acción socioeducativa con infancias y adolescencias para su construcción. España: UOC.
  • Lamata, R. y Domínguez, R. (2003). La construcción de procesos formativos en educación no formal. Madrid: Narcea Ediciones.
  • Latorre, A. (2003). La investigación-acción: Conocer y cambiar la práctica educativa. España: Graó.
  • López, F. (2005). Inadaptación social y educación social especializada “con” jóvenes. Nuevas perspectivas. XXI Revista de Educación, 7, 61-72.
  • Luque, P. (2002). Educación social: análisis de recursos comunitarios. España: Grafitrés.
  • Musitu, G., Herrero, J., Cantera, L. y Montenegro, M. (2004). Introducción a la psicología  comunitaria. España: UOC.
  • Oña-Cots, J. (2010). Educación de calle y desarrollo comunitario: una experiencia educativa en contextos de exclusión. España: Advantia.
  • Parcerisa, A. (2007). Didáctica en la educación social. Enseñar y aprender fuera de la escuela (6ª ed.). Barcelona: Graó.
  • Pérez, G. (2011). Intervención sociocomunitaria. España: UNED.
  • Porro, J. (2012). Instrumentos y procesos de participación ciudadana en España y Marruecos. España: Safekat.
  • Quintana, J. M. (1994). Educación Social. Antología de textos clásicos. Madrid: Narcea.
  • Tiana, A., Somoza, A. y Badanelli, M. (2014). Historia de la educación social. España: UNED.
  • Sarrate, M. (2014). Programas de animación sociocultural. España: UNED.