En 1945, después de la mayor guerra que había enfrentado la humanidad, la sociedad de naciones liderada por Estados aliados se avocó a reconstruir o construir instituciones internacionales que pudieran contribuir a prevenir o evitar otra conflagración de ese tipo.
Presentían que, con el advenimiento de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, las posibles consecuencias de una tercera guerra mundial serían desastrosas.
Así establecieron —a través de los acuerdos conocidos como Bretton Woods— una serie de instituciones financieras y comerciales:
Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (conocido como Banco Mundial).
Organización de las Naciones Unidas.
Acuerdo General de Aranceles y Comercio (conocido como GATT, por sus siglas en inglés).
Organización de las Naciones Unidas.
Una de las tareas iniciales de la recién creada Naciones Unidas fue desarrollar y proponer para su adopción un instrumento o declaración sobre derechos humanos. El comité de redacción estuvo compuesto por nueve miembros de los siguientes países:
- Líbano, la entonces Unión Soviética (hoy Rusia).
- China.
- Francia.
- Reino Unido.
- Australia.
- Chile.
- Canadá.
- Estados Unidos (quien la presidía a través de Eleonor Roosevelt).
René Cassin —abogado francés, veterano de la primera guerra mundial y quien posteriormente fuera el presidente de la Corte Europea de Derechos Humanos y ganador del premio nobel de la paz en 1968— explicó que la Declaración Universal se componía de cuatro pilares que coincidían con los principios de la Revolución Francesa: la dignidad del ser humano, la libertad, igualdad y fraternidad.
Los dos primeros artículos que abren la Declaración sostienen la dignidad inherente del ser humano sobre la que descansa la idea de los derechos humanos. La libertad se contiene en los artículos 3 al 19; la igualdad o equidad en los artículos 20 a 26; y la fraternidad en los artículos 27 y 28. Si bien esta es la ilustración hecha por Cassin, también nos sirve para ubicar las tres generaciones de derechos humanos.
- Primera generación
La primera generación de derechos humanos la podemos asociar con el derecho genérico a la libertad. La época moderna de lucha por estos derechos es la Ilustración, en la que el desarrollo de los derechos humanos se centra en lo que conocemos como derechos civiles o derechos liberales.
- Segunda generación
La segunda generación de derechos humanos es propugnada e impulsada inicialmente durante la Revolución Industrial, y aquí ubicamos en general aquellos derechos asociados con los derechos políticos y de equidad económica y social.
- Tercera generación
La tercera generación de derechos humanos es propulsada a finales del siglo XIX y durante el siglo XX. Aquí pertenecen genéricamente los derechos asociados con la solidaridad nacional y comunitaria.
3.1 Primera generación de derechos humanos
En el tema anterior estudiaste un poco sobre la Ilustración y la influencia de este movimiento filosófico sobre las ideas que animaron especialmente la independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa. Éstas fueron precedidas por la Revolución Inglesa y la Reforma Protestante.
La Reforma Protestante puso en entredicho, sobre todo en el plano intelectual y filosófico, la preeminencia de la revelación divina como principal razón para explicar y ordenar el mundo. Ello prevaleció durante la edad media.
La Reforma Protestante sostuvo que era el individuo a quien le correspondía decidir sobre su fe y que dicha relación con Dios debía realizarse sin la mediación de la institución religiosa.
En ese sentido erosionó la base misma de la capacidad de influencia y control político de la Iglesia Católica Romana. Desde la religión misma significó una revaluación de ideas como la autonomía de la voluntad y de la posibilidad de decidir, que implicaron necesariamente un nuevo debate sobre la libertad, especialmente en cuanto a la libertad religiosa.
Esto explica hasta cierto punto que la Revolución Inglesa, de corte protestante, fuera la primera en desafiar la autoridad del rey en Europa y en oponer ciertas libertades y representatividad política a través del fortalecimiento del Parlamento. La Revolución Inglesa no llegó a reivindicar derechos económicos de las clases bajas, aunque éstas eran parte de los reclamos y de la lucha, y en ese sentido distinguimos el origen de la primera generación de derechos humanos en contraste con la segunda generación.
Más tarde, la Ilustración, una vez roto el dogma de la revelación divina, entronó la razón humana como el nuevo paradigma intelectual y filosófico. La prevalencia de la razón significó una idea de corte universal y más tarde de justificación moral de los sistemas políticos.
Algunos de los debates filosóficos políticos que esta primera generación de derechos humanos avanzó son vigentes en la actualidad. Uno de ellos es el gobierno o sistema político y es el mejor vehículo para garantizar o avanzar los derechos humanos; el gobierno es ese gran Leviatán ante el cual se debe luchar para limitar e imponerle el respeto a los derechos humanos.
Otra es la justificación legítima de la guerra. Es en esta época en que surgen los primeros argumentos sobre la justificación moral y jurídica de la guerra.
El mercantilismo y el surgimiento del Estado Nación con control sobre la economía, aunado a los viajes de exploración, descubrimientos de tierras con recursos naturales, especialmente en América y los avances científicos, hizo por un lado de Europa —en particular de España, Portugal, Holanda e Inglaterra— el nuevo centro de influencia internacional y de influencia ideológica.
Las transformaciones económicas también dieron lugar a mayor movilidad social y al surgimiento de la clase burguesa. Con ello se consolidó la idea de los derechos de propiedad como una de las libertades esenciales.
Se puede decir que dentro de esta primera generación de derechos humanos se encuentran:
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Derecho a la vida
- Debate sobre la esclavitud
- Debate sobre la tortura y otras penas crueles o degradantes
- Debate sobre la pena de muerte
Debido proceso
- Derecho a ser escuchado y vencido en juicio
- Tribunales imparciales
Es importante mencionar que hoy en día la proscripción de la esclavitud es un principio de ius cogens. El desarrollo de ello fue desafortunadamente lento. Los reyes católicos la proscribieron para los indígenas; sin embargo, España continuó en el comercio de esclavos africanos.
No fue hasta 1807 que Inglaterra abolió el comercio de esclavos. Esta decisión —lograda después de esfuerzos y presión del movimiento abolicionista inglés— tuvo repercusiones importantes aunque no inmediatas.
Los nuevos países latinoamericanos abolieron la esclavitud una vez logradas sus independencias a partir de 1810.
En las colonias de España, el comercio de esclavos continuó hasta 1880; no obstante, en 1820, Inglaterra y España adoptaron un convenio para abolirla.
En los Estados Unidos no fue hasta 1863, durante la guerra civil, que Lincoln proclamó la emancipación de todos los esclavos de la Confederación, lo que dio lugar a la adopción de la Treceava Enmienda a la Constitución de ese país, en 1865.
3.2 Segunda generación de derechos humanos
Esta segunda generación de derechos humanos se genera durante el siglo XIX. Para entender el contexto podemos ubicarnos en 1815, durante la caída del imperio napoleónico.
Los imperios monárquicos aprovecharon el Congreso de Viena para imponer un nuevo orden conservador y fortalecer la posición de la aristocracia. Este nuevo orden es liderado principalmente por Prusia, el Imperio Austro-Húngaro y Rusia. Se intenta a su vez restablecer la primacía de la iglesia y la religión asociada a los monarcas.
Esta nueva situación europea no erosionó por completo la lucha de las ideas liberales y de la Ilustración. La revolución de 1830 en Francia es un claro ejemplo de la reacción del
liberalismo, apoyados por jacobinos y anarquistas. Francia se convirtió en un claro ejemplo de esta tensión que nuevamente vuelve a explotar en el levantamiento de 1848.
Congreso de Viena
“El Congreso de Viena fue una conferencia entre los embajadores de las principales potencias europeas. El objetivo de este congreso fue rediseñar el mapa político del continente europeo después de la derrota del imperio Napoleónico”.
-Congreso de Viena – Historia Universal
En este contexto de la lucha política entre la aristocracia y la burguesía, las ideas liberales de la Ilustración se empiezan a poner en tela de juicio. Adicionalmente, el desarrollo industrial produce mayor migración de las zonas agrícolas a las zonas urbanas, creando una nueva clase proletaria o trabajadora de corte urbano, así como polos de miseria en las ciudades. Éstas se convierten en el nuevo centro de todo movimiento político.
Así, las ideas socialistas y comunistas cuestionaron si los ideales liberales son únicamente un concepto teórico sin contenido en ausencia de reivindicaciones económicas. En otras palabras, de qué sirve la libertad, si no hay posibilidad de movilidad o equidad real económicas.
Por un lado, pensadores románticos y liberales propugnaron por modos de producción comunitarios, con base en relaciones más equitativas de trabajo. Otros propugnaron por regular las relaciones laborales, disminuir las horas de trabajo, limitar el trabajo infantil, entre otras propuestas. Entre los pensadores más influyentes en ese siglo fueron por supuesto el filósofo alemán Hegel y los desarrolladores de las teorías comunistas y Marx y Engels.
El comunismo y el socialismo tuvieron una contribución muy importante tanto a la aspiración universal de los derechos humanos, como a la construcción de esta segunda generación de derechos. No fueron los únicos por supuesto. En Inglaterra, el llamado Chartist Movement, un movimiento social que buscaba reformar al Parlamento inglés, fue el precursor del movimiento laboralista y un jugador clave en las reformas que adoptó aquella nación.
Fue en Inglaterra, el país más altamente industrializado, donde los primeros planteamientos de esta segunda generación de derechos humanos tuvieron un aterrizaje en la realidad. Ante la insurrección en París de 1830, el Parlamento inglés tomó cartas en el asunto de las demandas sociales y adoptó la Ley de Reformas de 1832.
Esta reforma amplió la base electoral, si bien continuaban siendo sólo los hombres los electores. Una década después, en 1847, el Parlamento redujo las horas laborables de mujeres y menores a 10 horas. Un poco después hizo lo mismo respecto a los hombres.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, las ideas socialistas toman su lugar en el contexto político filosófico y se expanden por toda Europa. Se forma la Primera Internacional Socialista, como una asociación de carácter internacional.
La agenda socialista propugnó que es el proletariado quien está en la mejor posición para avanzar la equidad económica y derechos humanos de corte universal, toda vez que en la visión de Marx, no tiene nada que perder. Esta agenda socialista incluye el sufragio universal y la justicia y equidad económica.
En 1871, la Comuna de París se levantó, y durante algunos días pareció negociar reformas con la Asamblea Nacional. Sin embargo, esta última ordena su represión, misma que le cuesta la vida a cerca de 15,000 comuneros. No obstante esta derrota de los socialistas en París, el movimiento se expandió en otras partes de Europa.
Por su parte, las Américas vivían su periodo independiente, animadas por las mismas ideas de la Ilustración y especialmente de la independencia de los Estados Unidos. Las frágiles repúblicas vivían un primer siglo de gran inestabilidad, la posición adoptada en cuanto a la abolición de la esclavitud y a la incorporación de ciertos derechos laborales son ejemplares en su momento histórico.
Una de las grandes tensiones de este siglo fueron las ideas y sentimientos nacionalistas, ejemplificados por el romanticismo, y las ideas universales del liberalismo, y del socialismo. Europa y América se debatieron entre estas dos alternativas. Muchas veces, la visión universalista coincidía más con los países o regiones en industrialización, y los sentimientos nacionalistas con aquellas regiones todavía fuertemente agrícolas. Esta misma tensión se produjo en los Estados Unidos que dejó pendiente el tema de la esclavitud.
Así se desarrolló, en los estados tradicionales del sur, una cultura fuertemente agrícola que descansaba en la esclavitud de la mano de obra africana y afroamericana, mientras que los estados del norte se industrializaron y proscribieron la esclavitud. Esta tensión de modelos económicos, sociales y culturales dio lugar a la guerra civil de los Estados Unidos en 1861.
El sur representaba también un regionalismo o nacionalismo que prefería la secesión, mientras que el norte representaba la unión con propósitos de crecimiento y proyección internacional futura. La guerra es ganada por el norte y la esclavitud se proscribe, si bien la lucha por la equidad racial y la no discriminación continuarían en ese país por muchos años más.
Así, podemos señalar que entre los principales derechos de esta segunda generación se encuentran:
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Derechos laborales
- Jornada laboral.
- Condiciones de trabajo.
- Mismo trabajo, misma paga.
- Seguridad e higiene.
- Trabajo de menores y de mujeres.
El derecho a voto de las mujeres constituyó una de las luchas de derechos humanos más importantes de esta época. El primer país en proclamarlo fue Nueva Zelanda en 1893, seguido de Australia en 1902, Finlandia en 1906 y Noruega en 1913.
La lucha fue especialmente intensa en Inglaterra y los Estados Unidos, en donde los movimientos a favor de la mujer incluían también la búsqueda del derecho a la propiedad, a la custodia de los hijos en caso de divorcio, a la capacidad legal para entrar en contratos y a la equidad en la educación.
No obstante la adopción en 1868 de la Enmienda Catorce a la Constitución que establece el principio de igualdad ante la ley, no fue hasta 1920 que la Enmienda Diecinueve a la Constitución reconoció el derecho de voto a la mujer. Inglaterra adoptó el sufragio universal en 1918.
3.3 Tercera generación de derechos humanos
El fin del siglo XIX fue una de contradicciones emergentes que posteriormente darían lugar a las grandes conflagraciones del siglo XX.
Por un lado, los sentimientos regionalistas y nacionalistas de autodeterminación fueron en ascenso especialmente en el imperio austro-húngaro y en el otomano.
Por otro lado, nuevos Estados que logran su unificación en el siglo XIX y viejos Estados con posesiones en ultramar entraron en constantes conflictos por expandir o sostener sus posesiones coloniales. Entre los primeros se encuentran Japón, Italia y Alemania. Entre los segundos ubicamos a los Países Bajos, Francia, Inglaterra y España.
En las Américas, los países latinoamericanos lucharon por consolidar sus sistemas políticos, de revuelta en revuelta, golpes de estado y el establecimiento de gobiernos autoritarios de corte nacionalista hacia el final del siglo.
- Esta debilidad política fue aprovechada por los Estados Unidos para consolidar su política de influencia en la región a través de la Doctrina Monroe y limitar eventualmente la intervención europea en la región, especialmente a partir del fin de la guerra civil estadounidense.
La anexión por parte de Estados Unidos de casi dos terceras partes del territorio de México, al final de la guerra de 1848 terminó de sentar las bases para la ampliación del territorio de los Estados Unidos hasta la costa del Pacífico.
Al final del siglo XIX, los Estados Unidos experimentaron un crecimiento económico sin precedente bajo uno de los periodos de mayor liberalidad económica. Surgen así los primeros grandes conglomerados estadounidenses como el de Rockefeller y se acelera la industrialización y tecnificación del país.
Las tensiones en Europa —tanto por la búsqueda de nuevas colonias, nuevos mercados, así como por los crecientes sentimientos nacionalistas— finalmente dieron lugar a la Primera Guerra Mundial. Su inicio está ubicado en una de las zonas más convulsas en cuanto a estos sentimientos nacionalistas y de autodeterminación política y cultural: la región de los Balcanes.
El asesinato de príncipe austrohúngaro en Serbia marcó el inicio de la llamada Gran Guerra, la cual por primera vez involucró a una gran cantidad de países en diversas partes del mundo, si bien su escenario principal fue Europa.
Los esfuerzos por establecer instituciones internacionales capaces de mantener la paz, después de la primera guerra mundial, probaron ser ineficaces con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial. La Liga de Naciones y la Organización Internacional del Trabajo, en parte por la ausencia de la participación de los Estados Unidos, en parte por su diseño, no llegó a expandir o consolidar su influencia.
En 1918 surgió un nuevo actor en la escena mundial: la Rusia comunista y eventualmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Primero bajo el liderazgo de Lenin y Trotsky, la Rusia comunista adoptó una visión universalista del socialismo y de la equidad y derechos humanos, más fiel a la mejor tradición socialista.
Sin embargo, con el ascenso de Stalin al poder, la Unión Soviética, el régimen adoptó una política pragmática y autoritaria de concentración del poder, con el fin de asegurar el éxito del comunismo en ese país, ante las presiones del exterior.
La gran depresión de 1929 dio lugar a la adopción en los Estados Unidos de un Estado de intervención económica y a la instrumentación de diversas políticas de seguridad y asistencia social. Muchos Estados europeos —Inglaterra, Francia en cierto grado, y especialmente los países nórdicos— adoptaron este modelo. Sin embargo, la gran depresión también generó en otros Estados europeos un resurgimiento de los nacionalismos, acentuados en el caso alemán, por haber sido excesivamente castigado con pérdidas de territorios e influencia al finalizar la Primera Guerra Mundial.
Los políticos anteriores encarnaron la versión de lo que hoy conocemos como nacional-socialismo y fascismo. Regímenes radicalmente nacionalistas, autoritarios y represivos, que en el caso alemán también propugnaron por la superioridad de la raza alemana, a expensas especialmente de los judíos y los gitanos, a quienes culpaban de los problemas económicos y sociales que enfrentaba el país durante la gran depresión.
Por su lado, Japón se convirtió en una potencia imperial en Asia y consolidó —a través de la guerra con Rusia y China— su influencia en esa región.
Ideológicamente el final de la Segunda Guerra Mundial confirmó la necesidad de instituciones internacionales que con un cierto pragmatismo puedan contribuir al mantenimiento de la paz internacional, la aspiración universal de los derechos humanos y de la penalización de los delitos de lesa humanidad, así como la realización de la necesidad de respetar la autodeterminación de los pueblos y la descolonización. El camino sin embargo no sería fácil.
Nuevamente sería Inglaterra el primer país europeo en reconocer la independencia de sus colonias, iniciando con la India y Ceylón (hoy Sri Lanka) en 1947. Esto después de la importante lucha liderada por Gandhi y Nehru, en el primer movimiento pacifista de liberación nacional.
Desafortunadamente, la independencia de la India, debido a su complejidad, desembocó en un conflicto humanamente muy costoso, la escisión de Pakistán, por la división musulmana. Una década después, Inglaterra reconoció la independencia también de Singapur y Malasia.
Indonesia logró su independencia en 1949, tras una cruenta guerra con los holandeses. Francia por su parte es mucho más reacia a conceder la independencia de sus colonias. Uno de los casos más complejos fue por supuesto el de Indochina o Vietnam. Vietnam era una colonia francesa que durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupada por Japón. Al término de la guerra, en 1945, Vietnam declaró su independencia, pero Francia no la reconoció e inició una larga guerra.
Francia fue derrotada en 1954. Se acordó el establecimiento de Vietnam del Norte y del Sur, con el compromiso de unificar el país tras elecciones democráticas en 1956. Sin embargo, ante el temor de que las elecciones dieran el triunfo al régimen comunista de Ho Chi Min de Vietnam del Norte, los Estados Unidos intervinieron para apoyar un régimen autoritario en Vietnam del Sur.
La guerra en Vietnam contra los Estados Unidos se convierte en una de las más cruentas, y termina con la primera guerra perdida por los Estados Unidos en 1975. Para darte una idea, los Estados Unidos lanzaron más bombas en Vietnam que todas las bombas que se lanzaron en total en la Segunda Guerra Mundial.
La descolonización fue un proceso complicado con avances y retrocesos, especialmente en África. Así, la tercera generación de derechos humanos está marcada por la autodeterminación de los pueblos, por los consecuentes derechos culturales y sociales, y más recientemente por los derechos colectivos, como el derecho a un medio ambiente sano, a la salud y a la vivienda.
En forma genérica se les conoce por el acrónimo DESC, por derechos económicos, sociales y culturales. Eventualmente estos derechos se materializaron en un tratado internacional en 1966 bajo el nombre del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
El pacto fue impulsado especialmente por los países no alineados (aquellos que no tomaron partido con los Estados Unidos o la Unión Soviética durante la guerra fría). El Pacto fue causa de grandes debates y resistencia por parte de algunos países liderados por los Estados Unidos, quienes consideraron que enmarcaba políticas públicas de corte socialista, más que derechos fundamentales o humanos. Los Estados Unidos no son parte del Pacto.
Con ello se puede afirmar que dentro de los derechos que pertenecen a esta generación se encuentran principalmente:
