3.1 Los efectos de las relaciones de alta calidad
En una organización, la amistad puede marcar la diferencia. En una encuesta elaborada por Gallup (Rath, 2006), se identificó que 30% de los empleados dijeron tener un mejor amigo en el trabajo. Por el otro lado, más del 51% reportaron sentirse más apasionados en su trabajo y con una conexión más profunda hacia la organización.
La amistad en el trabajo implica mutua confianza y compromiso, además de acciones, intereses y valores compartidos (Berman et al., 2002). Esto ayuda a que las personas se sientan más cómodas con sus relaciones laborales, mismas que ofrecen oportunidades para el compañerismo, apoyo emocional, comprensión y apoyo laboral. Estas experiencias favorecen para generar una mayor empatía en relación con los problemas o preocupaciones, así como comportamientos altruistas hacia los compañeros; por ejemplo, cuando los compañeros se ayudan unos a otros, les gusta guiar, dar recomendaciones o consejos. A su vez, incrementan el bienestar, la satisfacción laboral y la productividad, al mismo tiempo que reducen los sentimientos de inseguridad e incertidumbre (Hamilton, 2007).
De acuerdo con Dutton (2014), las relaciones de alta calidad contribuyen al bienestar de los trabajadores y la efectividad de las organizaciones mediante la experiencia de emociones positivas, que, a su vez, generan oportunidades para el crecimiento y la realización personal. Estos son algunos beneficios de las relaciones de alta calidad:
Fuente: Dutton, J. (2014). Build High-Quality Connections. En J. Dutton y G. Spreitzer (Eds.), How to be a positive Leader: Small Actions, Big Impact. Estados Unidos: Berrett-Koehler Publishers.
3.2 Estrategias para promover las relaciones de alta calidad
El líder en la organización puede sacar lo mejor de las personas y los grupos de trabajo al construir ambientes que promueven las relaciones de alta calidad, para ello, puede hacer uso del siguiente conjunto de estrategias (Dutton, 2014):
Fuente: Dutton, J. (2014). Build High-Quality Connections. En J. Dutton y G. Spreitzer (Eds.), How to be a positive Leader: Small Actions, Big Impact. Estados Unidos: Berrett-Koehler Publishers.
El compromiso respetuoso
Implica respetar y valorar a las personas. Para ello, el líder puede mostrar este nivel de respeto a través de la interacción:
- Estar presente, ya sea físicamente o a distancia (mediante la tecnología), además de demostrar interés y atención genuina. En una manera explícita de demostrar y afirmar que la persona es valiosa.
- Escuchar efectivamente requiere empatía en la conversación, estar en sintonía con lo que la persona dice y siente; además de mostrar comportamientos que denotan atención, como parafrasear, hacer preguntas, clarificar, entre otras.
- Utilizar una comunicación de apoyo, la cual proporciona información directa, descriptiva y útil. El líder no hace demandas, sino peticiones, lo cual es una manera de generar mayor involucramiento.
Habilitar el desempeño
Quizá sea el método que más explícitamente se usa en las organizaciones. Se refiere a dar oportunidades para que las personas logren sus objetivos, principalmente a través de procesos de mentoreo, en los cuales las personas con mayor experiencia o conocimientos se convierten en facilitadores para el desarrollo y crecimiento de otros.
Los recursos más utilizados para habilitar el desempeño son el apoyo emocional, el reconocimiento, el asesoramiento, la flexibilidad y proporcionar información sobre la tarea; mientras que la mejor forma de habilitar el desempeño se logra al emparejar estos recursos con las necesidades específicas de cada persona.
Confiar en los demás
La confianza implica ser vulnerable y depender de otro para continuar los compromisos, además de poner atención a lo que se dice y hace. Algunas formas en las que el líder puede demostrar confianza son a través de compartir recursos, dar acceso, delegar responsabilidad, ser abierto y buscar aportaciones. Esto implica no monitorear ni controlar en exceso, tampoco ignorar aportaciones, actuar inconsistentemente o acusar a otro de malas intenciones.
El juego
El juego es fundamental para la conexión humana, pero en las organizaciones muchas veces no se le da importancia para construir y mantener las relaciones. Los momentos para jugar favorecen la exploración y la interacción entre las personas, lo que facilita el aprendizaje y amplía las posibilidades de acción en las tareas cotidianas. El juego usualmente se asocia con la innovación y la creatividad porque promueve el conocimiento y el desarrollo de habilidades cognitivas (como la toma de decisiones, la resolución de problemas, entre otras) (Mainemelis y Ronson, citado en Dutton, 2014). Por ello, es recomendable realizar actividades que favorezcan el trabajo en equipo, generar oportunidades de voluntariado, o habilitar espacios (canchas deportivas) u objetos (juegos de mesa) para la integración.
Estas estrategias ayudan a fortalecer las relaciones a través de la interacción, así como una manera en que el trabajo del líder se puede desarrollar de manera favorable, al involucrar a cada uno de los colaboradores en las actividades.