¿Casarse o no casarse?
Podrá parecer ridículo, pero la decisión de compartir el resto de la vida con otra persona no es sencilla. Hay mucho que analizar y visualizar antes de dar pedirlo (o dar el sí). En una organización, el dilema es todavía más fuerte. No se trata únicamente sobre si se casa o no, viéndolo en el caso de alguna fusión o adquisición, sino en la toma de decisiones que pueden ser tan sencillas (en apariencia) como lanzar un producto distinto, modificar el actual, ingresar a un nuevo mercado, cambiar el posicionamiento, atraer un nuevo segmento de mercado, vender a través de un nuevo canal, desarrollar redes sociales y así la lista puede ser infinita.
Para algunas decisiones se contará con más información que para otras. En algunas se buscará obtenerla, en otras se pensará que tal vez no sea necesario. También, los estilos directivos son distintos; hay quien decidirá en casare sin darle muchas vueltas, así, en caliente. Otros lo pensarán no 1 ni 2 sino 10 o más veces, considerando todos los aspectos posibles antes de definirse. Incluso, habrá quien considere la opinión de la familia, amigos, vecinos y conocidos (en términos empresariales: clientes, consumidores, proveedores, competidores, etc.).
Sin embargo, tarde o temprano, la decisión deberá tomarse, y lo mejor será estar preparado para ese momento y que no se tome por sorpresa.
2.1 Tipos de decisiones
Hasta el momento se han visto modelos analíticos que ayudan en la toma de decisiones para disminuir el nivel de incertidumbre. Pero finalmente, es necesario que alguien tome la decisión de una estrategia sobre otra y muy a pesar de lo racional que puedan ser todos los modelos, la incertidumbre en el entorno tiene un papel importante. También lo es el hecho de que muchas decisiones no son precisamente racionales; creencias subjetivas (intuición), intereses, motivaciones, relaciones de poder, moda y muchos otros pueden ir mucho más allá de lo previsto. Dentro de todas ellas hay que considerar, principalmente, la experiencia.
Tomar una decisión implica identificar y elegir soluciones de entre alternativas diversas, seleccionando aquella que puede llevar al resultado final deseado. En este sentido, hay decisiones planeadas y no planeadas. Generalmente, las decisiones estratégicas no son programadas y requieren sentido común, intuición, juicio y creatividad.
Existen múltiples modelos para tomar decisiones, cada uno con sus hipótesis y sus supuestos. Los tres más conocidos son el racional, el normativo y el cubo de basura (Kreitner y Kiniki, 1997). Nos ocuparemos de los primeros 2 en este tema.
2.2 El modelo racional
Por lo general estos modelos constan de 4 etapas: identificar el problema, elaborar soluciones alternas, elegir una solución y ponerla en práctica, evaluar la solución elegida.
Simon (1995) propone que los directivos que toman decisiones conocen todas las alternativas de solución posibles, entienden las consecuencias derivadas de cada decisión, cuentan con un conjunto de preferencias estable y organizado y disponen de sistemas de información que comparan las consecuencias de cada opción con la intención de determinar la más exitosa.
Por supuesto, es evidente que estos supuestos son casi imposibles de cumplir, sin embargo, Johnson y Scholes (2001) definieron un proceso formal para valorar y seleccionar estrategias:
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Debe llegar a la conclusión sobre si la estrategia encaja o no con la empresa (es suficientemente racional). En otras palabras, si explota las oportunidades y fortalezas, evitando las amenazas y debilidades, ajustándose la cultura y política organizacional. También, debe compartir las bondades relativas de las distintas estrategias.
La racionalidad se define a través de 5 técnicas analíticas (Johnson y Scholes, 2001).
El cribado de opciones tiene 3 métodos (Johnson y Scholes, 2001):
La aceptabilidad está relacionada con los rendimientos esperados, en términos de riesgo y de resultados, para una estrategia determinada (Johnson y Scholes, 2001). Se analiza en función de lo siguiente:
Permite establecer si la organización es capaz de contar con los recursos y capacidades para ejecutar la estrategia. Financieramente, se cuentan con las siguientes herramientas:
Para los recursos se cuenta con las siguientes opciones:
Una problemática importante en este tipo de análisis es considerar como óptimas aquellas estrategias que tengan la mejor adaptación a la configuración actual de recursos y capacidades con que la empresa cuenta actualmente. La utilidad real está en estudiar la factibilidad de realizar cambios no de permanecer cuasi-estables. En ocasione, la mejor opción estratégica a llevar a cabo necesita radical y ambiciosa, exigiendo grandes cambios en recursos y capacidades.
Aunque las herramientas vistas al momento son racionales e intelectuales, en la realidad su uso está limitado. Es más, puede decirse que no corresponden a la realidad. Navas y Guerras (2002) dan 3 críticas a estos modelos:
Así, es complicado cuantificar a priori y a posteriori una opción estratégica. De hecho, la intuición tiene un papel primordial en la toma de decisiones estratégicas.
2.3 El modelo normativo
Simon (1993) identifica el proceso real de los directivos para tomar decisiones, resaltando la mayor restricción que tienen: la racionalidad limitada asociada a características personales o ambientales que minimizan la racionalidad en la toma de decisiones. Estos factores pueden deberse a la mínima capacidad de la mente humana, el nivel de complejidad e incertidumbre de la decisión a tomar, la cantidad y calidad de información disponible, la importancia de la decisión y la presión sobre el tiempo.
Por ello, Simon (1993) determinó que la toma de decisiones se caracteriza por los siguientes tres factores:
Aunque existen muchas herramientas para analizar la información y un directivo debe conocer algunas de ellas y saber interpretarlas, no necesariamente tomará decisiones racionales o apegadas a lo que los “números” indiquen. Al final del camino, las decisiones pueden tomarse por muchos otros motivos distintos.
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