Tenemos que cambiar cuando aún tengamos la oportunidad de hacerlo; cuando las cosas aún funcionan, tu experiencia te indicará cuando es necesario moverte a otra posición. Estar en busca de aprender significa renovarse, cambiar de planes, modificar metas, cambiar hábitos. Además, es necesario que reconozcas que el cambio genera incertidumbre, necesitas saber el momento en que es imprescindible; para reducir la ansiedad ante lo incierto avanza en el proceso investigando, formándote, alimentando tu mente y tu espíritu.

Podemos valorar nuestra apertura cuando tratamos temas polémicos como: estar a favor o en contra del aborto o de la pena de muerte, ante situaciones como éstas hay que valorar si se nos facilita cambiar de opinión o no y analizar si interviene el miedo al cambio; si es así es porque el cambio nos hace responsables de nuevas conductas y nuevas formas de pensar. Por ejemplo: si tienes un equipo con mejor y alta tecnología, tienes que aprender a manejarlo para sacar el máximo provecho de él, no puedes seguir trabajando de la misma forma que antes o seguirás obteniendo el mismo resultado.

Si tu respuesta es convertirte en alguien que no te gusta, entonces es el miedo quien orienta tu respuesta, éste tiene formas sutiles de infiltrarse en nuestros proyectos con pensamientos como: “Y si no lo logro”, “voy a hacer el ridículo”, “me van a despedir”, o peor aún, “no sirvo para esto”. Puede ocurrir que te vuelvas demasiado crítico con tu propio esfuerzo o el de los demás, la frustración o el enojo no van de la mano con este proceso de construcción de una nueva persona. Recuerda, a veces tenemos cambios en nuestras vida que hemos planeado: estudiar una carrera, mudarte a una nueva casa o de ciudad incluso, fortalecer una relación  o incluso deshacerla.

Pero otras veces, algo que no querías o no esperabas que sucediera, ha ocurrido y te obliga a cambiar, a convertirte o hacer aflorar lo peor de ti, en una persona que explota, que despide malestar y agresión.

Puede ser que el cambio de estado en una situación, te coloque ahora en la función de liderazgo,  y ocasione que pierdas el piso con los exitosos resultados que ahora obtienes. Por ello debes estar alerta a este tipo de resultados, y valorar en qué quieres convertirte.

Haz un esfuerzo por entender tus argumentos en profundidad y, si es posible, ponlos a prueba; es decir, adóptalos temporalmente como filosofía para ver si en la vida te va mejor con ellos. Al ponerlos a prueba, observa la consecuencia ¿qué obtienes?, ¿qué obtienen los demás?, ¿cómo te sientes con este logro? Una vez que esto te permita confirmar el beneficio de adaptarte al cambio, ahora que te has decidido a hacerlo, es más sencillo mantener el nuevo pensamiento y comportamiento. Tenemos que comprender que somos humanos y que, de vez en cuando, durante el resto de nuestra vida, fallaremos. En este sentido, nos convendría también ser conscientes de que por mucho que maduremos y nos convirtamos en personas adaptadas al cambio, somos falibles.

Las técnicas de reconstrucción cognitiva son adecuadas para trabajar los acontecimientos y pensamientos, ya sean estresantes o no. Una de las estrategias consiste en escribir los eventos en una tabla simple organizas por horarios, las emociones o pensamientos que tienes, discriminas qué tan verdaderos o significativos son, piensas en un pensamiento alternativo y lo escribes al lado. Horas después anotas qué tan verdadero o significativo te parece.

¿Cómo me gustaría que me recordaran si me muriera? Otra modalidad de esta pregunta es: si te dijeran que vas a morir mañana, ¿qué lamentarías no haber hecho? Podrá parecer demasiado fuerte esta pregunta pues a algunas personas les incomoda pensar en morir. Lo importante es saber en qué medida tenemos clara esa posibilidad. Una vez discutido y precisado cuál sería la respuesta de cualquiera de las preguntas anteriores debemos plantearnos la siguiente interrogante: ¿Qué estoy haciendo hoy para que suceda lo que quiero? La respuesta por sí sola nos ayuda a identificar lo que hemos dejado fuera o bien, confirmarnos que estamos en un camino con sentido.

Para saber qué queremos lograr de nuestra vida, nos ayuda el reconocimiento de las dificultades que hemos tenido en el camino y que nos han impedido encaminarnos hacia lo que queremos. Teniendo en claro eso, podremos orientar nuestras metas de acuerdo con nuestras habilidades personales y recursos disponibles. Podemos orientar nuestra transformación hacia:

Seligman (2003), explicó que nuestros placeres están en relación con aquello que hacemos con nuestros sentidos; beber una taza de té es un placer y sentir una caricia también lo es. Cada avance hacia una meta, cada cambio, cada proyecto parcial terminado y cada actividad involucrada que tenga un sentido y una razón de ser le dan significado a cada uno de los días de nuestra vida. Saber que en ellos están involucrados placeres y gratificaciones nos orienta a vivir en el presente, a saborear cada uno de esos momentos porque tienen una razón y contribuyen con el logro de una meta. Esto fomenta nuestro bienestar y felicidad y nos orienta espiritualmente.

Enfocarnos en nuestro desarrollo es un don que utilizamos para construirnos una buena vida. Pero es posible percibir  que este proceso de crecimiento y transformación no es estático ni individual, sino que a tu alrededor provocas e influyes para generar el cambio y crecimiento de los demás. Cuando intencionalmente te apartas de las conductas o pensamientos, porque ocasionan riesgo o daño, a ti o a alguien más, te orientas hacia nuevos patrones, construyendo en servicio y preocupación por los demás (Spreitzer y Sonestein, 2003). Además te conviertes en un líder, cuya influencia intencionada, motivación, estimulación y consideración intelectual y emocional, inspira a otros al cambio.

La religiosidad y la espiritualidad son formas de conectarse con algo mayor que uno mismo, casi todas las doctrinas incluyen lecciones sobre cómo vivir de manera no egoísta, de ayudar a la sociedad y ofrecen un sentido de creencias para darle sentido a la vida. Y, ¿qué hay de aquéllos que no se afilian a una doctrina o religión? La gratitud está fuertemente relacionada con la espiritualidad, y a la vez con la felicidad: es una experiencia universal. Se relaciona con satisfacción en la vida, orgullo y esperanza.

Emmons y Crumpler (2000), realizaron un experimento con estudiantes universitarios en el que se les asignó aleatoriamente a tres grupos; al primero se le pidió escribir sobre eventos que los hubiera molestado o perturbado;  al segundo grupo escribiría sobre  eventos que los hubiera estresado y el tercero, sobre aquello por lo que se sentían agradecidos en la semana. Los resultados mostraron que quienes escribieron sobre gratitud se habían sentido mejor sobre sus vidas y más optimistas respecto a la semana siguiente, tenían menos síntomas físicos, y hacían más ejercicio, demostrando con ello que la gratitud tiene beneficios no sólo mentales, sino físicos. Otro estudio similar, demostró que las personas que llevaban un diario de gratitud durante 21 días, se sentían más motivadas, mostraban mejor salud emocional y sentían más apoyo y ayuda de los demás.

Seligman (2011) propuso alcanzar el bienestar a través de  una vida de logros, fundamentada en hacer cosas que contribuyan, de manera positiva, a una vida victoriosa para enfrentar los retos y superarlos. La gente busca el éxito, logros, ganar y vencer los retos porque esas experiencias son satisfactorias en sí mismas, no sólo para obtener otras cosas. Las personas necesitamos sentirnos competentes, necesitamos sentir que controlamos nuestro medio ambiente; es decir, elegimos libremente  las experiencias que subyacen a una vida de bienestar y de desarrollo.

Sin duda, que existe el riesgo de tener una vida que constriñe y no da ninguna satisfacción; necesitamos tener energía para disfrutar de las complejidades de la vida cotidiana, se requiere invertir trabajo y dedicación.

Sin duda estas preguntas incitan al cambio, pero no a un cambio momentáneo o necesario por un riesgo o exigencia, sino a un cambio que te transforme a nivel individual y colectivo; al cambio que genere radical y profundamente una nueva consciencia. Elige la manera de escribirlo, ya sea en una libreta, en tu computadora o en un diario, lo importante es sentirte cómodo. A fin de cuentas, el medio que elijamos es una expresión de nosotros mismos. Esta técnica de escritura es recomendable no sólo por las respuestas específicas que damos a las preguntas para orienta nuestra vida, sino porque el acto mismo de escribir, que es un proceso estructurado, hace que las personas organicemos e integremos nuestros pensamientos al reflexionar sobre lo que creemos.

Es esencial potenciar las fortalezas personales, aplicarlas en forma personal o en forma colectiva, en nuestro hogar o en las empresas en donde desarrollamos una labor profesional. Nuestras características se vuelven características de la empresa y viceversa; las mismas fortalezas se vuelven parte de la cultura de la empresa, enaltecen a sus integrantes, les brinda orgullo, identidad y razones para estar satisfechos con la vida y con el cambio emprendido. Entonces podemos volver a la pregunta inicial: