En la antigüedad, a las personas que eran creativas se les catalogaba como sabios, inventores, genios o talentosos, e inclusive se consideraba que su inspiración era enviada por los dioses que en ese entonces adoraban. La creatividad se ha vinculado tradicionalmente con el arte, lo cual ha provocado que sea una capacidad lejana y abstracta, con la que sólo algunas personas cuentan.

¿Para qué es importante ser creativo si tú no eres artista?, ¿para qué vas a intentar aprender cómo ser creativo si es un don que se te da o no se te da, sin que puedas hacer algo al respecto? Indudablemente, éstas son algunas preguntas que a todos nos han pasado por la mente en alguna ocasión.

Desde este punto de vista, la palabra “cosas” se toma en un sentido muy amplio, ya que involucra prácticamente todo: una idea, un producto, un servicio, un método, un procedimiento, etc. Al decir que la creatividad involucra crear algo nuevo o novedoso, estamos hablando de todo aquello que se descubre por primera vez, o que llega a modificarse para mejorar su funcionamiento y utilidad. Crear implica producir intencionadamente algo diferente, pero no solo eso, es importante que lo que se crea sea también valioso. Marina y Marina (2013), plantean que la novedad u originalidad sin valor o utilidad no es creatividad, sino fantasía. Esto implica que no basta solo con crear algo original, sino que debe tener alguna cualidad apreciable, como por ejemplo, la eficiencia, la gracia, la utilidad o la belleza. Una persona puede crear un embudo para llevarlo en la cabeza, lo cual puede clasificarse como algo original o diferente, pero… ¿es esto algo valioso?, ¿en qué sentido podría ser útil?, ¿cómo mejoraría nuestro funcionamiento o existencia? Estas son algunas preguntas que es necesario hacernos cuando estemos frente a la necesidad de ser creativos.

Dado lo anterior, si crear es un acto, entonces la creatividad es una capacidad, es el hábito de crear. Y toda capacidad, así como también todo hábito, puede desarrollarse, practicarse y mejorarse constantemente.

Ahora bien, ¿cómo la creatividad se relaciona con el pensamiento? Para Sánchez, (2013), el pensamiento se puede definir como todas aquellas imágenes o verbalizaciones internas, corresponde a esa voz interior que te habla durante el día y que te permite soñar durante la noche. El acto de pensar es un proceso lógico mediante el cual se crean, regulan y modifican las ideas. Todos los seres humanos tenemos la capacidad de pensar, aunque cada persona piensa de modos diferentes. ¿A qué se deben estas diferencias? Básicamente, a la personalidad que define a cada individuo, aunado al hecho de que los modos de pensar son construcciones sociales que hemos ido interiorizando a lo largo de nuestra vida.

Esto significa que la forma en que tú piensas y procesas la información te fue enseñada desde edades tempranas, y fue reforzada cuando ingresaste a la etapa escolar.

En la actualidad, sabemos que estos modos o formas de pensar pueden clasificarse de la siguiente manera, (Bachrach, 2012):

El pensamiento lógico es el que tradicionalmente se nos ha enseñado a utilizar desde la etapa escolar, por eso solemos utilizarlo con más regularidad y constancia que el pensamiento creativo. Nuestro contexto le ha dado mayor importancia a la enseñanza de la lógica, dejando un poco de lado la creatividad por considerarla informal, espontánea y hasta algunas veces generadora de cosas absurdas o sin sentido. Sin embargo, las épocas cambian y hoy en día, la creatividad aporta un valor adicional y representa una ventaja competitiva para cualquier persona, e inclusive, para cualquier empresa que la sepa utilizar.

La realidad es que el pensamiento creativo no es algo nuevo, pues en todas las épocas las personas lo han utilizado para alcanzar ciertos fines. Tampoco es algo que, por sí solo, brinde una efectividad mágica o que provea éxito al instante, pues hay que saber utilizarlo para alcanzar nuestros fines de formas productivas.

Como ya hemos revisado, la creatividad es una capacidad que puede desarrollarse mediante la práctica constante y que nos permite crear cosas nuevas o novedosas, pero recuerda que para que algo pueda considerarse creativo, necesita ser además valioso y tener alguna utilidad.

Las personas hemos aprendido a pensar de forma lógica y de cierta forma, hemos olvidado cómo potenciar nuestra creatividad. Esto nos ha llevado a cerrar nuevos caminos y alternativas que, de cierta forma, nos permiten conocer caminos desconocidos y enfrentar nuevos retos o desafíos. Te invito a que busques abrir esos caminos hacia la generación de nuevas alternativas mediante el desarrollo del pensamiento creativo. ¿Te atreves a desarrollar tu creatividad?

El funcionamiento mental creativo tiene que ver con un conjunto de patrones de activación cerebral que puede amplificarse mediante un esfuerzo consciente y con la práctica constante. De acuerdo con Bond (2013), las investigaciones sobre la eficiencia del cerebro indican que una mayor activación cerebral se asocia con más aprendizajes en personas con poca experiencia, lo que indica que las personas que tienen más experiencia, quizás asociada con más práctica, realizan tareas con más eficiencia teniendo menos activación cerebral.

A la par de lo anterior, los estudios sobre plasticidad cerebral han demostrado que existe la posibilidad de alterar positivamente el deterioro en la capacidad cerebral mediante el ejercicio del pensamiento creativo. Esto significa que, ¡aprender a crear algo nuevo o novedoso está ligado a cambios en la estructura de tu cerebro!

El éxito para mantener tu capacidad cerebral en su máximo funcionamiento depende entonces de que fortalezcas tu capacidad creativa. La neurociencia cognitiva nos ha permitido conocer el funcionamiento de la mente e identificar la forma en que está estructurada. Gracias a los avances en este campo, hoy sabemos que el cerebro está dividido en dos grandes hemisferios que funcionan de forma diferente, pero que tienen características complementarias. Ambos hemisferios se encuentran unidos por el cuerpo calloso y esto les permite trabajar en conjunto.

Al igual que en los tipos de pensamiento, ninguno de los dos hemisferios es más importante o mejor que el otro. De hecho, para poder realizar cualquier actividad requerimos usar ambos, sobre todo cuando se trata de actividades que son complejas, como por ejemplo, manejar un coche o utilizar las dos manos al mismo tiempo para trazar una figura en el aire.

Cada hemisferio cerebral tiene un estilo de procesamiento propio de la información que recibe, y lo más adecuado es buscar desarrollar ambos hemisferios para buscar un equilibrio en su funcionamiento.

Para Bachrach, (2012), nuestro cerebro cuenta con dos tipos de mandos, que corresponden al directivo y los intermedios. El centro directivo se ubica en la zona anterior del cerebro y ejerce las funciones de dirección. La mayor parte de la información que le llega ha sido previamente revisada por los mandos intermedios.

Por su parte, los mandos intermedios corresponden a los centros de asociación ubicados en la zona posterior del cerebro, se encargan de reunir información que el centro directivo solicita, pero la información que reúnen generalmente es no planeada y espontánea.

De Bono (2012) establece que ambos mandos o centros son importantes para la creatividad por las siguientes razones:

Los hemisferios y las estructuras cerebrales de las personas creativas son iguales que las de las personas menos creativas. No existen diferencias anatómicas, pero lo que varía son los patrones de activación de dichas estructuras.

¿Es posible variar los patrones de activación de las estructuras cerebrales? Sí es posible, ya que la activación cerebral varía en función del aprendizaje, por ello, es posible controlar el estado cerebral, y como consecuencia, el nivel de creatividad.

Por lo anterior, el destino de tu pensamiento creativo está en gran parte en tus manos. Tu capacidad creativa es ilimitada y la única persona que puede restringirla, eres tú mismo. Así que, ¿estás listo para desarrollar tu creatividad?, ¡anímate y toma el control!

Los países industrializados han sufrido cambios radicales en las últimas décadas. La globalización, las nuevas tecnologías de la información, la comunicación, etc., son campos que están ofreciendo nuevas oportunidades de desarrollo, al tiempo que también generan nuevas problemáticas y desafíos a nivel mundial, (Bachrach, 2012).

Por lo tanto, las organizaciones requieren de personas capaces no solo de responder ante las demandas de la época actual, sino además, de afrontar los desafíos de forma creativa y diferente. El pensamiento convencional apoya en el afrontamiento de situaciones que ya anteriormente se han experimentado, pero cuando hablamos de nuevos desafíos, hablamos también de nuevas circunstancias que quizás nunca antes se han enfrentado, y esto es lo que verdaderamente nos lleva a la necesidad del pensamiento creativo.

Tal vez en este momento te cuestiones, ¿realmente necesito ser creativo para tener éxito en mi vida y en mi trabajo? Para responder a dicha pregunta, primero es importante que seas consciente de que el tomar siempre el mismo camino te conducirá siempre al mismo destino. Si tu intención es que tu vida siga el mismo curso que ha tenido hasta ahora, puedes tomar las mismas rutas, siempre. Pero si tu meta es avanzar, mejorar y continuar desarrollándote, entonces es conveniente que empieces a trabajar para desarrollar tu potencial creativo, de forma que en un futuro, puedas aplicarlo a las diferentes situaciones que experimentes en tu vida. El simple hecho de tomar este curso, ya habla de un interés por mejorar algo en ti mismo, habla de una decisión que te permitirá crecer y desarrollarte en distintos ámbitos de tu vida.

De Bono (2012) afirma que la creatividad puede traerte más beneficios de los que podrías imaginarte. Algunos de ellos son los siguientes:

Aunado a lo anterior, aquellas personas que son creativas experimentan un estado de flujo constante durante el proceso creativo que realizan. Esto propicia que el trabajo deje de convertirse en una carga, en un deber ser, para transformarse en una actividad placentera, en algo que contribuye al desarrollo personal y profesional, así como al bienestar general de una persona.

Por lo tanto, la creatividad puede llegar a convertirse en un estilo de vida, un enfoque de ver el mundo, una forma de interactuar con los otros, una manera de vivir. Adoptar la creatividad como estilo de vida significa desarrollar tu propio talento, aprovechar tus fortalezas y potencializarlas para llegar a ser capaz de alcanzar tus ideales mediante el autodescubrimiento, el autoconocimiento y el autodesarrollo.