Este modelo representa la manera en cómo un equipo de trabajo puede ir desde la causa común hasta los resultados sobresalientes continuos, considerando elementos básicos como: fijar metas, que establecen el conocimiento de hacia dónde se dirige el equipo; comunicar, de manera inteligente para que todo mundo esté enterado de manera oportuna y con la información necesaria para trabajar interdependientemente; confiar, es decir, tener la capacidad para creer los unos en los otros; rendir cuentas, haciendo lo que se ha dicho, con total seguimiento y cumplimento. Además, el modelo está basado en la sinergia que puede promover el espíritu de equipo, al centrarse, siguiendo patrones de lealtad, compromiso y satisfacción entre los integrantes. Los compromisos del equipo están basados en seguir una línea hacia: asombrar, obteniendo un rendimiento de primera categoría que pueda producir esta capacidad de admiración; permanecer sin sorpresas, al comunicarse y debatir abiertamente, fijándose expectativas claramente y compartiendo ideas; y finalmente, dar ánimos, alentándose unos a otros, ofreciendo apoyo y reconociendo el trabajo bien hecho.

Existen dos grandes dimensiones de evaluación que son importantes considerar para el éxito del trabajo en equipo, centradas en:

1. Satisfacción: compromiso de los integrantes del equipo.
2. Objetivos: resultados del trabajo en equipo.

Ambas son importantes ya que la clave del éxito del segundo tema se basa en gran parte en el éxito del primero. Ahora podemos hacernos estas preguntas básicas sobre esos puntos:

1. ¿Qué tan satisfechos se encuentran los miembros del equipo para que esto pueda reflejarse en el compromiso para el desarrollo de sus actividades y para que puedan seguir objetivos que finalice en óptimos resultados?
2. ¿Qué tanto se lograron los objetivos, siguiendo la causa común y con qué resultados?